17 diciembre, 2008

Generación del 90 (I)





Eppur si muove! *







A pesar de los intentos por reprimir las ganas de escribir sobre el tema, no he podido resistirme. Y es que la actualidad se impone por sí misma, y aunque no me gustaría que éste blog se convirtiera en un lugar donde comentar las noticias que nos llegan todos los días, ya que se asemejaría a otros mil millones de blogs que seguramente estarán mejor escritos que el mío (muchos de sus autores son periodistas) y perdería originialidad, tampoco puedo darle siempre la espalda al mundo y refugiarme entre mis poemas evasivos cuando lo cierto es que me preocupa la realidad. Tengo conversaciones a menudo sobre lo que ocurre en el mundo con bastantes personas, pero también tengo necesidad de escribirlo. Es por eso que de vez en cuando comentaré ciertos aspectos de alguna noticia, pero visto siempre desde un punto de vista reflexivo. Quizá los sucesos de los que hable no sean los más significativos, ni quiere decir que únicamente ésos me hayan llamado la atención. Simplemente serán los que me hayan inspirado a escribir, así sin más.

Y dejando de lado esta breve introducción, me gustaría comentar la revolución juvenil que está ocurriendo en Grecia. En referencia a la polémica suscitada por el asesinato de un estudiante durante las manifestaciones del pueblo griego, me gustaría mostrar mi repulsión hacia el homicidio, pero quiero dejar claro que ése no es el tema principal por el cual escribo esta entrada (aunque podría).
El objeto de ésta no es otro que admirar la resolución de los griegos a protestar por la injusta situación que están viviendo laboral y social. Y aunque estoy en completo desacuerdo con las acciones de algunos grupos vandálicos, tales como la quema de contenedores y el empleo de la violencia para hacerse notar más entre el gentío, no debe restarse importancia al gran número de manifestantes que se echó a la calle de forma pacífica mostrando al mundo su oposición a que el sistema los trate como a marionetas. Y es admirable su valentía a la hora de protestar porque no todos los jóvenes europeos estamos concienciados de la importancia que tiene rebelarse ante todo aquello que nos parezca injusto y contra un sistema que cada vez más nos está privando más de derechos fundamentales.
Y ésto no ha ocurrido sólo ahora en Grecia. En Francia hace unos años, también los ciudadanos se manifestaron en señal de protesta por la precariedad laboral, sólo que fue en un momento en el que la crisis mundial no había mostrado aún las orejas.

Sin embargo, miro a la juventud española y no puedo sino avergonzarme de pertenecer a ella. El espíritu de rebelión es nuestro país está totalmente mermado. La mayoría de los jóvenes se han acomodado al estado de bienestar y la rebeldía que siempre ha caracterizado a los humanos de relativamente pocos estíos se ha quedado tristemente congelada en la serie televisiva mexicana de Rebelde. El alcohol de los botellones asesina cada fin de semana a millones de neuronas de miles de muchachos y muchachas que se agolpan en los botellódromos de nuestras diversas Comunidades Autónomas y provincias; las pocas que les sobreviven son idiotizadas por la gran cantidad de programas televisivos donde los valores mínimamente morales han sido borrados de la parrilla.
Cuando hay manifestaciones en España, pocos son los que van con un sentimiento de necesidad de rebelión sincera y de deseo de cambiar las cosas. Muchos son los jóvenes que prefieren no asistir a las manifestaciones, y la respuesta mayoritaria ante la pregunta de por qué no van es siempre la misma: ¿Para qué? No va a cambiar nada porque vaya.
Y sinceramente cuando me dan esa repuesta, una palabra me resuena en la mente con total claridad: Imbécil.
Imbécil, porque estamos acostumbrados a que cuando hacemos una cosa, la consecuencia de tal acción sea inmediata. Somo la generación de la tecnología, de la inmediatez. Todo lo que no es rápido es inútil. De modo que actividades tales como leer, escribir, pintar, tocar un instrumento, estudiar, hacer un trabajo -pensar- quedan relegadas a ser sólo cosa de minorías.
Y de éste modo, los jóvenes españoles ante la crisis económica y la situación laboral en España, las cuales nos van a negar derechos como el de tener una vivienda, un trabajo digno, la independencia económica (y por lo tanto también se nos va a negar el tener derecho a formar una familia... que no esté hambrienta y viviendo en la calle, claro) miramos para otro lado. Y cierto, quizá manifestándonos no vayamos a cambiar nada... (desde luego, nada cambiaremos si no lo hacemos), pero al menos exteriorizaríamos nuestro rechazo a que el sistema se esté riendo de nosotros en nuestra cara. Lo más grave de todo es que, no sólo no nos manifestamos cuando se nos avisa de que nos van a joder la vida, sino que nos están jodiendo la vida y nosotros permanecemos inmóviles, apoyando por lo tanto con nuestra pasividad la continuidad de nuestra penosa situación.
Luego está (que esto también es muy triste) las politizaciones de las manifestaciones y el vandalismo como forma de reclamo para que presten atención al mensaje durante las mismas. Que no organicen manifestaciones en contra de la situación el Partido Comunista o las Juventudes conservadoras del PP.. no quieran dividirnos debido a nuestra ideología a los jóvenes, siendo ésta una forma fácil de vencernos y debilitarnos. Que nadie asista a esas manifestaciones. Ante las situaciones de crisis, izquierda, derecha y centro deben permanecer unidos para poder conseguir un mínimo de éxito en nuestros propósitos. Jóvenes somos todos sin distinción.
No seamos, además, tan estúpidos como para liarnos a piedras y a palos en las manifestaciones como si viviéramos en la época de las cavernas. Que sea nuestra voz la que se oiga y no el sonido de cristales rompiéndose y contenedores quemándose (entre otras cosas porque hacer eso es como escupir para arriba y quedarse quieto: esos contenedores y cristales se pagan con los impuestos de los ciudadanos, por lo que estamos perjudicándonos a nosotros mismos). Y sí, sé que para muchos la policía representa la mano de la opresión del sistema, pero atacar físicamente a los agentes de la autoridad sólo puede acarrear problemas al que se lanza ciegamente contra ella.

Es por ésto que admiro a los jóvenes griegos y franceses, y a todos aquellos que de forma pacífica no se dejen amansar por las falsas promesas de que todo irá mejor, que nos quedemos quietecitos en nuestras casas ya que nos ha puesto nuestro amado Gobierno televisión digital con veinte mil canales a cada cual de ellos más estúpido, para que así nos volvamos gilipollas ante la pantalla mientras ellos echan tierra para que no conozcamos los salarios millonarios que cobran a nuestras expensas, ya que no están haciendo nada de utilidad para paliar la situación. Y no sólo me refiero al Gobierno de nuestro país (no me parece de importancia destacar a qué ideología representa, ya que políticos de izquierda o derecha en España son prácticamente iguales, salvo algunas honrosas excepciones), sino a todos los gobiernos occidentales (a los cuales hay que achacarles muchos más males que éste, pero ésos son otros temas) y a un sistema capitalista que se ésta derrumbando por momentos debido a la codicia humana.

Ojalá protestáramos.

Digan lo que digan los Gobiernos del mundo... a pesar de que los españoles permanezcamos pasivos...

Eppur si muove!

Ya hablaré en otras entradas de más aspectos de ésta, mi generación, que marca junto con algunas anteriores y posteriores el comienzo de la degeneración. Ésto tan sólo ha sido la primera parte.




*
La leyenda cuenta que Galileo Galilei murmuró el Eppur si muove (o E pur si muove), que se traduce como "Y sin embargo se mueve", tras abjurar de la visión heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Santa Inquisición. Desde un punto de vista simbólico, sintetiza la tozudez de la evidencia científica frente a la censura de la fe, la quintaesencia de la rebeldía del científico ante las convenciones por autoridad.
Sin embargo en el contexto de ésta entrada, es utilizado para resaltar la rebeldía griega ante el sistema establecido y su negación al inmovilismo, utilizando el sentido simbólico y el literal para ello.


P.D.: Esta entrada fue escrita hace varios días pero no he podido subirla hasta ahora, de modo que la noticia de las manifestaciones en Grecia ya no ocupa la portada de los informativos como antes. De todas formas la situación de injusticia permanece y la lucha de la juventud contra lo establecido es un tema que perdurará siempre... hasta que las personas críticas se terminen. Y entonces el Caos se adueñará de todo (aún más de lo que ya lo hace).


d

7 comentarios:

Unknown dijo...

Creo que Galileo lo dijo al morir (pero como es leyenda, lo pudo haber dicho en cualquier momento. La cosa es constatar la chulería innata de los que ven lo evidente).

Ya te tengo localizada. Y ya he comprobado que tú también eres amiga de la censura en los comentarios del blog...

Eso dice muy poco de tu adquisión de la frase de Voltaire "No estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con mi vida su derecho a expresarlo." ¿No?

De todos modos, Voltaire era un auténtico imbécil si de verdad lo pensaba.

Elvira dijo...

Los publico todos, y así doy también la oportunidad de que alguien me hable en privado por aquí. De mí habla mi actitud, no la que tu crees que poseo.
De todas formas no me conoces mucho ¿no?

Y Voltaire me gusta, pero puedes llamarlo imbécil si te place.

Green dijo...

Sólo te ha faltado el "¡¡¡Viva la revolución!!!" Aunque muchas veces, como dice Lalo, hay movimientos que no son anti-algo, sino, sencillamente, “antis”. A pesar todo, son ciertas muchas de las cosas que dices, aunque también te saltes otras que son igualmente verdad y hay que tener en cuenta.

No es tanta la incultura social entre los jóvenes. El hecho de que los políticos se forran a nuestra costa y los abusos cometidos con dinero del contribuyente son Vox Populis, lo que varía es que en España, a diferencia de países como Suecia, por desgracia, esto está considerado como algo habitual. Y eso sí es incultura, aunque, como pasa con todos los problemas, no se puede escapar eternamente de ella. Y menos mal, porque es la esperanza que le queda a nuestra generación, la de que todos los problemas se enfrentan tarde o temprano.

Y no deberíamos lamentarnos más de la cuenta por la “desdicha” de 1990. Es preferible compadecer a los que vienen a partir de ahora, y que tienen aún más asumida que nosotros la concepción de las cosas imperante en el mundo en que vivimos.

Mira, yo pienso que lo mejor es ser buenos peces contra la corriente y no preocuparse por nada más, aceptando la realidad, sin huir de ella. Ser un ejemplo a seguir, sin traicionarnos, y hacer lo que consideramos correcto, independientemente de si va en favor o en detrimento de las normas sociales que nos han visto crecer, y mirando ante todo por nosotros, sin olvidarnos de los demás. Es una bonita forma de verlo. Tú no cambiarás a la generación del 90. Pero es bueno que seas crítica, siempre y cuando esas críticas partan de la objetividad, y consigas reconocer y apartar los matices pesimistas.

Te lo dice un maldito racional xDD.



Por cierto, al señor Duendecillo Barretejados le ha dado por subir recientemente algunos relatos, y la verdad es que son bastante buenos. Seguro que agradecerá tus comentarios.

Feliz Navidad

Echos of a dream dijo...

La degeneración no es algo nuevo y las manifestaciones no es más que un invento del siglo 20 que realmente no nos aumenta los derechos, esos que virtualmente ahora poseemos... y que antes no...

Anónimo dijo...

En realidad, la actual generación no es totalmente culpable de su forma de ser. Esta, es la evolución moral lógica de sus antecesores, la sociedad post-franquista. Este hecho claramente se refleja en la "capacidad sufridora" de los trabajadores, donde de forma tácita y tajante, se les obliga a en cierto modo, esclavizarse, a causa de las condiciones de trabajo. Y de esto surge una actitud antihedonista, de claro carácter de mártir, a causa del pavor a del completo conformismo (Algunos términos propuestos, pueden parecer incluso opuestos, pero no refleja más que la actitud actual). Todo esto, conlleva a una espiral con valor absoluto, y centro cero, esto es, vuestras protestas “evolucionarán” de aquel modo en el que surgirán, desaparecerán, surgirán, y así progresivamente, hasta la conclusión de que la mayor de vuestra subversión consista en un mero susurro mientras dormís. Y témome que tal sucesión de percepciones y reacciones por lo creado, aspire a mantener la progresión hasta ahora preestablecida, a no ser que un suceso de hartamente inverosímil carácter acontezca (pues dados los delitos de estado, total falta de respeto por las leyes protectoras de humanos y demás que han producídose en pocos años atrás por parte de estados” libres, justos y panaceas mundiales”), a propósito de la falta de apoyo en contra de que un holocausto como los tácitos acaezcan. Y rescatando la espiral, esperemos que en el “infinito” coexista algo (en relación con la ya horrenda evolución que “YO” aprehendo…).

Green dijo...

No todos se sienten esclavizados por su trabajo. En la actualidad, de hecho, el trabajo es para la persona una forma de autorrealizarse y sentirse útil. Los que esperan con ansia su jubilación, o viven infelices y desesperanzados a raíz de su trabajo, son aquéllos que por uno u otro motivo equivocaron su vocación, o no tuvieron la oportunidad ni las circunstancias que nos permiten a nosotros elegir según nuestro propio criterio. Aunque sea cierto que a veces, antes que "renovarnos", debamos "esclavizarnos" o morir, pues la vida está llena de situaciones de este tipo, en las que el trabajo puede convertirse en una carga excesiva y de dudosa rentabilidad. Depende de las circunstancias.

En cuanto a los delitos de estado, la diferencia reside en que antes éstos no eran vistos de la misma forma que ahora. Siguen ocurriendo, pero no podemos comparar la lista de derechos y libertades de una sociedad como la actual con la de una sociedad de 20 ó 30 años atrás, por ejemplo. Ni la mentalidad es la misma, ni las libertades tan reducidas. Estados Unidos es un ejemplo de degradación moral, pero esa degeneración parte del propio individuo. Aunque existiera un botón que pudiese mandarnos a todos a la mierda, todo dependería de la persona encargada de ese botón (pensar otra cosa es un miedo irracional).

Por eso mismo, yo no creo en la revolución, o al menos en una revolución concebida como movimiento a gran escala, pues suelen ser movidas por pretensiones egoístas de sus líderes, que tienden a aparentar ser algo que no son y de los que desconfío. Pero sí creo en la revolución personal de cada uno, en la revolución del individuo, pues los verdaderos cambios siempre empiezan por uno mismo. Deberíamos dejar de mirar tanto a la sociedad y mirarnos un poco a nosotros mismos.

Joaquín Jesús dijo...

No, Galileo dijo eso por "lo bajini" cuando lo sacaban de la sala donde lo habían juzgado.

De otra parte, Mirthas, no sería yo tan osado de llamar imbécil a alguien como Voltaire, seguro que tú eres mucho más sensato que él...