14 septiembre, 2012

Cien días


Como una luna nueva,
como el metro de Madrid,
negro como una caries
o un septiembre estudiantil.
Como la certeza de que no sueñas conmigo,
negro era aquel bar
donde se esconden los malditos
de los amaneceres,
de los repartidores de periódicos,
de las agujas del sol,
del amor del prójimo.
Allí la encontré.

Como un suicida asomado
al borde del precipicio,
amontonando maldiciones
sobre la barra de aluminio.
Temblaba en sus ojos
el humo de mil cigarros
que fumó con un tipo
que la había besado,
que la dejó una mañana
dormida entre las dunas de su cama,
que se fue con otra una madrugada.
Así la encontré.

Alguien me contó que llevaba cien días
encerrada en aquel bar,
pidiendo fuego o alguna pista
que le ayudara a encontrar
la luz dentro del laberinto,
el mapa donde está escondido,
el mar donde arden las promesas
donde solías naufragar.

Cien días escondiéndose del gris
cielo de marzo y sus atascos,
tragando niebla por la nariz,
soñando contigo en los lavabos,
jurando no salir con vida,
sellando todas las salidas,
buscando en un mar de ginebra
una playa en la que encallar.

Besó una copa llena
de cenizas, me miró,
me dio el humo de sus manos,
lo fumé. A cambio yo
le conté que la ciudad
la estaba esperando,
que afuera llovían madreselvas,
que se acercaba el verano,
que qué iba a ser de nosotros
si decidía no venir conmigo,
que saliera a desafiar
al alba y sus asesinos.
Así le hablé.

Sonrió cansada y perdida,
se abrió su boca azul.
Besó de nuevo la copa,
se marchó y toda su luz
fue devorada por la puerta de un servicio
donde mujeres sin alma te empujan al precipicio.
Serán ciento un días
encerrada en la negrura de este bar,
yo salí a la calle y olvidé pagar.
Y me marché.

-Ismael Serrano-


10 septiembre, 2012

Encrucijada


Es realmente poético que ésta sea mi entrada número 500.

¿Casualidad?



Y así pasan los días,

con la sensación de que cada decisión

que vayas a tomar

conseguirá dolerte un poquito más

que la anterior,

haciéndote insensible a tu alrededor

y dejándote el corazón hecho trizas.


Vivir es esto de lo que te habían protegido

durante tanto tiempo,

ahora puedes entenderlo.


Y sí, te atrae el acantilado

casi tanto como una cuchilla,

no puedes evitarlo

sólo te queda como antaño

elegir si continuar el libro

o darlo ya por terminado.


Cansada de vivir a los veintidós

quién vas a ser dentro de un año,

llegarás viva a los veintitrés

y si lo haces, ¿te gustará lo que ves?


Por eso te pones tantas trabas,

por eso la vida siempre es tan complicada

quien esté a tu lado te hará daño

y quien no esté...

quien no esté, también.

Aunque peor que estar solo

es ser mal acompañado.


Podrás soportar tanto dolor

sin venirte abajo.


Cómo lo harán los demás

para seguir respirando.


Si reniegas de dios,

de la convención,

de las fechas del calendario,

qué te queda para seguir respirando.


Sólo el humo del cigarro,

¿y si te lo quitan?

No habrá forma de acortar tus días.

¿Merecerá la pena escribirlos, acaso?


Si te leen la tristeza en los ojos

hacia dónde vas a mirar,

quién te va a curar,

cómo vas a aguantar.


Es terrible cuando llega el momento

en el que ya sólo te inyectas vida

para calmar el síndrome de abstinencia,

y así huir de la angustia existencial.


Y si era este el secreto

que estaba guardado desde hace tanto tiempo,

que sólo queda el sufrimiento

y sólo con fe puede ignorarse

para seguir caminando.


¿Se puede vivir de escepticismo,

te puedes morir de pesimismo?


Ellos tienen ya bastante con lo suyo,

tú, con lo tuyo,

¿hacia dónde vas a caminar?


09 septiembre, 2012

Relativamente absoluto


La linealidad es amiga de la costumbre

y la costumbre suele ser muy amiga del final,

y yo ya estoy cansada de finales

de emprender ciclos interminables

que luego vuelven a empezar.


He aprendido que las mejores historias

avanzan a trompicones,

variando la intensidad

reinventándose cada día,

por qué el ser humano se empeña en agotarse

mutuamente hasta la extenuación

si es probable que después no haya nada más.


Por eso me gusta tener mis días grises,

me ayudan a comprender el valor de los demás.


Si tuviera que hacer una reflexión sería

que en esta vida sólo merecen la pena el alcohol

y los amigos. Todo lo demás son tonterías.

¿Y qué es un amigo?

Un amigo es aquel que, tras haber perpetrado un asesinato,

sin preguntar nada, te ayuda a enterrar el cadáver

y luego te invita a una copa para pasar el mal trago.



08 septiembre, 2012

Misión imposible: Encontrar un piso de alquiler decente

Encontrar un piso decente para vivir en Sevilla es más difícil que encontrar a Wally en una convención del Atlético de Madrid. Sobre todo si:

a) Tienes poco dinero.

b) Quieres vivir sola.

c) Tienes una facultad a la que ir todos los días.

d) Tienes 6 hijos de diversas especies que requieren de espacio.

e) Te gusta vivir con dignidad.


Teniendo en cuenta la segunda y cuarta condición, buscar una habitación no es lo suyo, sino un piso. Muy decidida me voy a las páginas de alquiler de pisos y en seguida introduzco la ciudad y el importe máximo de alquiler que estoy dispuesta a pagar. Los resultados no se hacen esperar:


Piso prototípico 1: La ratonera.

¿Ha deseado poder ducharse en la cocina alguna vez o cocinar en el dormitorio? ¡No se preocupe! Tenemos un excelente piso muy céntrico donde la falta de espacio le llevará a tener las orgías más interesantes de su vida. Nosotros pensamos que el oxígeno es un lujo que no todo el mundo puede permitirse. Algunos dirían que éste piso es una jaula de hámster, pero nosotros preferimos decir que es íntimo, perfecto para personalidades antisocia... eh... individualistas.


Piso prototípico 2: La reliquia.

¿Nota cómo la nostalgia le corroe cuando visita un museo de antigüedades? ¿Siente que todo tiempo pasado fue mejor? Si es así, le recomendamos nuestro apartamento old style, jurándole sobre la tumba de Bécquer que el mueble más nuevo que encontrará data de la Primera Guerra Mundial. Si es usted un aventurero al que le gusta vivir al límite, pruebe las jurásicas butacas del salón-comedor ¡nunca se sabe cuándo van a venirse abajo provocándole una fractura de cadera! Y si lo alquila durante dos años, le regalamos el cuerpo sin vida de Alfonso X El Sabio que está en la bañera.


Piso prototípico 3: Horror vacui.

¿Los espacios demasiado abiertos le provocan escalofríos? ¿Es la línea recta demasiado aburrida para usted? ¡Descuide! En este piso le garantizamos que no podrá entrar por la puerta a menos que sortee por encima los 4 muebles que están puestos en la entrada. Si sobrevive, todavía le queda escalar por encima de una cómoda, tres sillas, dos sofás y cinco mesas hábilmente dispuestas en el pasillo hasta llegar a la cocina, donde nada más abrir la puerta se le caerá el frigorífico en la cara. ¿No le parece excitante? Si quiere comprobar los límites de la física, alquile este habitáculo y podrá tener la satisfacción de explicarle a sus amigos cómo en un salón de 3 metros cuadrados pueden caber dos sofás de tres plazas y un televisor gigante de plasma, además de dos pequeñas palmeras. ¡No volverá a sentirse vacío en la vida!


Piso prototípico 4: Welcome to the jungle.

¡Este piso lo tiene todo! ¿Busca espacio, es estudiante y necesita un piso barato? Le recomendamos este bonito apartamento bien comunicado, luminoso, con aire acondicionado y tres dormitorios... ¿truco? ¡No tiene ningún truco! Este piso está disponible y listo para entrar a vivir -si puede sortear para ello, por supuesto, a los dos traficantes que circulan por el barrio, los cinco chulos que reclutan jovencitas como prostitutas entre las vecinas, el vecino que vive encima suya que colecciona cadáveres de estudiantes y la familia de simpáticos psicópatas que se mearán en su puerta para darle la bienvenida al barrio. ¡Recomendado para estudiantes de Psicología y Sociológia interesados en trabajo de campo! ¡Porque nunca fue tan expeditivo el ir a hacer la compra! Y si por accidente contrae el SIDA de alguno de los yonkis del barrio, le incluímos la luz y el agua en el precio durante 2 meses.


Piso prototípico 5: El ideal.

¡Eh, usted! ¡Sí, sí, usted! ¿Es una jovencita a la que le gusta el silencio, las zonas ajardinadas y la posibilidad de pasear por la noche por el barrio sin recibir un navajazo? ¿Vive con 4 gatos, una coneja enana y un agapornis? ¡Pues tenemos el piso perfecto para usted! Dos dormitorios, cocina, distrito tranquilo, muebles a convenir, vecindario respetable... y todo esto nada más y nada menos que ¡en Toledo! ¡Sí, sí! Si quiere usted vivir tranquila y feliz tendrá que mandar la carrera a tomar por culo y venirse a vivir a otra ciudad, porque en Sevilla no va a encontrar una puta mierda con los criterios que usted establece. Le deseamos una agradable estancia en las 3000 viviendas o, en su defecto, en un bonito pueblo extremeño. De nada.


Muérome de estrés, porque necesito un piso YA.


06 septiembre, 2012

Visibilización de la causa feminista


A raíz de lo que le ha ocurrido a la artista feminista Alicia Murillo y a varias publicaciones que he leído en diversos medios, he decidido aportar mi granito de arena en cuanto a una serie de cosas.

Para empezar, quiero denunciar públicamente el acoso sexual que sufrimos todas las mujeres en España sin excepción. Acoso sexual normalizado, al que te enseñan desde bien pequeña a quitarle importancia cuando lo sufres porque “son cosas normales que hacen los hombres” y que se solucionan con “tú ve modestita y sin destacar, agachando la cabeza para que no te miren”. Como he dicho en otras ocasiones, normal es sinónimo de mediocre la mayoría de las veces, de modo que esa respuesta ya no me satisface.

La normalización de la violencia no elimina el problema. Hasta a las propias mujeres nos cuesta darnos cuenta muchas veces de que la sufrimos, porque hemos interiorizado el excusar cierto tipo de comportamientos y tratar de olvidar el suceso en cuestión lo más rápido posible. Irónicamente nunca dejamos de sufrirlos, de modo que da igual cuánto los obviemos, siempre los vamos a padecer a menos que la sociedad en la que vivimos cambie.

Parecería que el “puñetazo” que Alicia ha pegado en la mesa con su proyecto de “El cazador cazado” a simple vista es bastante violento. Sin embargo, leyendo los comentarios que ha suscitado su trabajo, una se da cuenta de la mucha falta que hacen este tipo de acciones. Comentarios del tipo: “vete a fregar”, “vistes como una puta”, “te llega el wifi a la cocina”, “lo que te hace falta es una polla que te tape la boca” y otras lindezas del estilo consiguen que a mí me hagan hervir la sangre. Me hacen hervir la sangre porque están dichos por gente “normal”, gente que está ahí, que va contigo en el autobús, que te cruzas por la calle, que puede ser incluso hasta un conocido, un compañero o un amigo al que a la minima de cambio le sale un ramalazo de este tipo. Pero ella se lo ha buscado, ¿no? Claro que sí, la culpa es siempre de nosotras. Luego nos asustamos con las escalofriantes cifras de violencia machista que hay en nuestro país... ¿cómo puede ser con tooodo lo que se promueve la igualdad desde la familia, las escuelas y el gobierno, verdad? (ja!) Porque el machismo está ahí, inculcado con el biberón, y luchar contra él parece una barbaridad ya que es un principio “básico”.

Y si te quejas a la más mínima de cualquier percance que te ocurra -a menos que sea una violación en toda regla, que se ha conseguido que al menos no se vea bien aunque ha costado ¿eh?- ya estás siendo una exagerada, ya te estás pasando, ya estás loca. "Venga, que no es para tanto, sólo te ha dicho que estás muy buena" / "Si sólo ha sido un piropo, una cosa sin importancia" / "¿Tocarte el culo? Deberías sentirte halagada por eso".

Pues bien, me he animado a contaros experiencias propias en las que “un hombre normal” hacía una de esas conductas “normales” y animo a otras chicas y mujeres a que hagáis lo mismo y contéis vuestras experiencias sea donde sea para visibilizar el problema y lo lejos que estamos de una solución definitiva.

Recuerdo que esto es sólo una muestra. Si tuviera que hacer recuento tan sólo de las miradas lascivas que recibo cuando voy sola -o acompañada, para el caso- por la calle, os diría que en un trayecto de 5 minutos puedo recibir unas 30, más o menos según esté la calle de transitada. A veces uno o dos comentarios más o menos asquerosos, en ese tiempo. Y sólo os estoy hablando de 5 minutos de mi vida. Empezad a sumar y a mis tiernos 22 añitos os puedo contar varias anécdotas desagradables:


1.La primera, la que más me marcó. Un intento de violación a los 7 años.

2.He visto cómo compañeros de clase molestaban a las chicas ya sea subiéndoles la falda, tocándoles el culo con la mano o una regla o cualquier otra cosa. Desde Primaria.

3.Cumplir los 13 años y tener que soportar no sólo los cambios de la edad, sino que los hombres empezaran a mirar mi pecho, mis piernas o mi trasero.

4.Una vez había quedado con unas amigas en una plaza y un viejo se me acercó y mirándome las tetas me dijo babeando: estás buena, como para follarte. Yo tenía 13 años.

5.Ésta es curiosa porque ilustra perfectamente que cualquier hombre, por el hecho de ser hombre, sea de la edad que sea, no tiene reparos en hablarle a una chica en cualquier tono. Un crío de 10 años, yo con 15, que me dijo: estás tan buena que te comería todo el coño.

6.Yo, 14 años. Defendiendo el papel de la mujer en la sociedad en clase de Lengua y Literatura, y un compañero de clase se me acerca cuando la profesora se hubo marchado y me dice: las mujeres lo que tenéis que estar es fregando. Que os ponéis muy chulitas y luego normal que terminéis muertas.

7.Yo, 16 años. Vuelvo a casa de noche y noto como dos chicos empiezan a seguirme. Empiezo a caminar más deprisa, ellos también. Echo a correr con la suerte de que los pierdo de vista.

8.Esto me lo dijo una persona cercana a mis 15 años: No vistas así, no ves que vas de mujer objeto. (Llevaba una minifalda bastante decente, qué queréis que os diga). Un hombre puede ir en cambio sin camiseta cuando hace calor y no se le acusa de ir “provocando”.

9.Miles de comentarios de hombres resentidos, porque no me plegaba a sus deseos, acerca de que yo “era una puta”, tratando por todos los medios de aislarme socialmente.

10.Iba a mis 16 años con una amiga mía y su madre, paseando las tres por la calle y un viejo se le acercó a mi amiga con total impunidad y le dijo: como te descuides, te la meto.

11.Verano, 40 grados a la sombra. Yo, pantalones y camiseta de tirantes y un hombre por la calle mirándome riéndose y diciéndome: anda que no vas fresquita ¿eh?

12.Típicos comentarios de: Rubiaaaaaaaaaa.

13.Ir caminando por la calle y que un coche me deje sorda porque al cerdo que lo conduce se le ha ocurrido hacer la gracia de llamar mi atención tocando el claxon en mi oreja.

14.Aguantar cada dos por tres que hombres que van en coche o que van caminando, aminoren la velocidad para poder mirarme más tiempo el trasero. Después, meter un acelerón o en su defecto, continuar detrás de mí.

15.Primer año de carrera. Un tío decide que le gusto y sin mediar palabra empieza a intentar meterme mano y a acercarme la boca, convencidísimo de que yo estoy por la labor.

16.Un seminarista -no de los religiosos- que quería explicarme ciertas cosas, al terminar la charla quiso hacerme “el favor” de llevarme en coche, cuando accedí -ingenua de mí- aprovechó para ponerme una mano sobre mi pierna mientras conducía y empezar a acariciarla mientras comentaba que a ver cuándo nos volvíamos a ver.

17. Notar como en el transporte público un hombre “sin querer” pone una mano donde no debe, o trata de restregarse contra mí por donde pilla.


Voy a parar aquí porque creo que he ilustrado bastante bien el problema, aunque os aseguro que me dejo muchas cosas en el tintero. Si todas las mujeres tenemos historias que contar de este tipo ¿acaso no es un problema sobre el que hay que llamar la atención? ¿acaso no nos da derecho a denunciar públicamente a cualquiera de estos cerdos en lugar de seguir calladas y fingir que no pasa nada, que esto es normal? Porque yo, si tuviera una hija o una hermana, no querría que tuviera que sufrir este tipo de cosas. Y todo esto puede parecerle hasta gracioso a un machista cualquiera, hasta que una cosa así le pasa a su madre, a su hija, a su tía ¿verdad? Debe ser muy divertido acosar a las mujeres por la calle para ver qué cara ponen y comentarlo entre risitas con los amigos. Normal que muchas de nosotras hayamos optado por estar a la defensiva, hacer otra cosa sería cuanto menos imprudente.

El hecho de que prácticamente ningún hombre se haya visto envuelto en esas situaciones y en ningún caso, en todas ellas, como yo, o como cualquier otra mujer, pone de manifiesto que el problema es claramente el machismo y parece que tengo que conformarme con que haya hombres que me traten como basura por el mero hecho de tener vagina. Pues no lo voy a tolerar.

Es muy curioso que tachen de “maricones” a los hombres que se sensibilizan con la causa femenina. Una vez más, la femineidad es utilizada como insulto para todo aquel que se resista a mantener el patriarcado machista, violento y terrorista que atenta de manera leve o grave contra cada mujer.


Luego vienen políticos del PP diciendo que el aborto no es un derecho y yo me pregunto si de verdad la igualdad, no sólo la legal, la igualdad es de verdad un valor arraigado en la población española.

A veces me tachan de reaccionaria, de radical y de feminazi -cosa que, sinceramente, no se ajusta a la realidad; lo que no quiere decir que no sea una apasionada luchadora feminista- y yo digo: "Si quieres juzgar mi camino, te dejo mis zapatos".



02 septiembre, 2012

Personulidad


Quizá te extrañe esta forma mía de actuar

es como si perdiera el rumbo cada vez que me vuelvo a encontrar

como si una desquiciada agarrara el timón de mi mente muy fuerte

y condujera el barco hacia un naufragio seguro sin decir a dónde va.


Tal vez siempre he sido así, de una inestabilidad sorprendentemente estable,

casi nunca cambiante, una entropía recurrente en el discurrir de mis días

no sé cómo lo consigo para que la fortuna me sonría,

he visto nitroglicerina mucho más segura que la chica aquí presente

y con bastante menos peligro.


Lo único que permanece es esta búsqueda inconstante

de algo que no logro recordar haber perdido antes,

es emocionante no saber si lo que estoy buscando son un par de guantes

o tal vez la sombra que ofrecen las alas de un sombrero.

Da igual, sea como fuere siempre es como buscar dentro de mi maletero,

termino con frecuencia confundiendo la botella de agua y la de refrigerante,

como si fuera una tarea que no hubiera hecho nunca antes.


Un buen día amanezco alegre y, sin motivo aparente,

a los cinco minutos ya estoy llorando y sufriendo como nadie,

no sé hacerlo y mejorar,

siempre habrá alguien que lo intente y consiga en las primeras veces,

lo mío es más de levantarme para volver a caerme

y así continuar.


No te sorprendas si un día me encuentras debajo de un puente

rodeada de gatos y el futuro hecho añicos

siempre he sido más de vivir el presente

y si veo una lata de soda, la cojo y la agito

y digo que esa soy yo,

que de tanta contención un día saldré con la fuerza de un torrente

y lo que me lleve por delante tal vez se arregle o tal vez no.