No sé cómo será en otras universidades. En la de Sevilla y concretamente en la facultad de Psicología el panorama está para echarse a llorar. Los estudiantes, acríticos e imbéciles, hablan cuando no tienen que hablar y callan cuando se supone que tienen que hablar.
Hoy, en clase, estábamos viendo una entrevista en la que se veía a una psicóloga pasando un test a una madre y su hijo para tener más información acerca de su calidad de vida. A raíz del vídeo, la profesora comenzó a explicar una serie de elementos. El problema es que cuando se aproximaba la hora de salir de clase la profesora indicó que tenía intención de terminar de explicar la lección –y por lo tanto, no íbamos a salir a la hora exacta de clase-. Bueno, pues a pesar de decir eso, ya estaba el clásico barullo de estudiantes hablando alto y recogiendo cosas, incluso había algunas –en clase de Psicología somos muchas algunas y hay muy pocos algunos- que ya lo tenían todo preparado. La pobre profesora –que encima tiene pinta de que da clase desde hace poco- tenía que casi gritar para hacerse oír por encima de las voces del coro de estúpidas que murmuraba. Hubo chicas que se levantaron y dejaron plantada a la pobre profesora en el estrado y pasaron con todo descaro delante de ella. Y para colmo, la estúpida supina que tenía detrás –una pija de estas que no tiene perlitas normales en las orejas, sino balones de perla para que se note que las lleva y tres quilos de maquillaje en la cara que, por cierto, no le sirven de mucho para ocultar la cara de asco que tiene... y digo yo, me imagino que los pendientes serán también para eso, para distraer la atención de su cara- se puso a comentar en voz alta, que hay que ver, que la profesora era tonta, que ella tenía clase, que qué hacía la profesora que no se callaba para poder salir.
Este tipo de personas me encanta porque suelta ese tipo de cosas y ya las tengo absolutamente caladas –aunque ya solo por la cara, por la voz y por la forma de hablar sabía que la pobre era bastante imbécil-.
1. No se atreve a levantarse para que “la profesora no la mire mal y no piensen mal de ella”, pero como está a disgusto, se queja. Ya sabemos que es una hipócrita.
2. Critica a una persona que está haciendo su trabajo –y que le está explicando algo importante- y se antepone ella misma. ¿Pero quién se cree que es? Narcisista.
3. Además, esa persona no es una persona cualquiera, es su profesora. No tiene respeto alguno.
Narcisista+Hipócrita+Irrespetuosa= Estúpida.
Hay distintas ecuaciones para llegar a ese resultado, aunque suelen parecerse bastante.
De todas formas, al menos no se levantó y se largó, aunque fuera por miedo a las consecuencias. Pero ¿y las que se levantaron? ¿De verdad ir a la cafetería o a la clase siguiente- que las clases, por cierto, empiezan 5 ó 10 minutos después de la hora fijada – es tan importante como para no quedarte a escuchar lo que la pobre profesora tiene que decirte? ¿Tan poca educación tienen que se ponen a hablar o intentan dejarla con la palabra en la boca?
Y al final, la pobre profesora hasta pidió disculpas por haberse retrasado –dos minutos sólo de reloj, palabra-. Le falta mano dura. Si se hubieran levantado mientras yo estuviera dando clase, me callaba y hubiera dado por explicado el tema siguiente o algo así. Encima disculparse con esas maleducadas...
Eso sí, cuando tienen que hablar o el profesor les pide opinión ahí las tienes calladas como putas -me acuerdo de Paco Vector, del instituto, y su famosa frase de "pero decid algo... ¡que estáis como muertos!"-. Para ser maleducadas no tienen vergüenza, pero para hablar en clase cuando se les pide opinión, sí. No vaya a ser que su amiguísima del alma piense que dice una tontería y no le preste la colonia de imitación de Dior. De todas formas, sinceramente pienso que si abrieran la boca tendría la misma repercusión que si se cayera un trozo de tiza al suelo: no pasaría nada y encima te tienes que tomar la molestia de recogerla.
Pues ése es el redil en el que he caído. Aunque para ser del todo justa y honesta, también diré que la concentración de estúpidas varía según el grupo en el que te encuentres y que a veces, por ahí salpicadas, hay personas que valen la pena.