23 junio, 2011

La entrada 400*


Se despiertan viejas pasiones y tú no te encuentras entre ellas.

Qué lento se despereza el tiempo, como una libélula amarilla

que tarda en expirar.

Se agota el café en mi taza y las lágrimas se secan

más pronto que tarde.

Más rápido se consumen las olas contra las rocas

que tu saliva en mi garganta

o el azufre del cenicero.


*Esta es la entrada 400. No es que sea importante, sólo es un dato.

19 junio, 2011

Deconstrucción



A veces me siento atrapada en una cárcel sin puertas,

sin cerrojos que me retengan.

Deshago el equipaje por enésima vez

y esparzo toda la ropa por el suelo para recostarme en ella.

¿Acabará el viaje alguna vez?

Siempre errante, siempre errando,

soy una nómada sin casa, ni paz, ni trabajo,

atrapada en una clase media que ya sólo finjo

por fingir.


Y qué decir si tengo el corazón yermo y apagado,

sirviéndome tazas de café caliente

para ver si algo se enciende en mis entrañas.

Mendigando migajas, no sé si de cariño

o de cualquier otra idiotez insulsa,

me debato entre seguir luchando

o dejarme caer.


Implorando palabras al vacío me encuentro,

niña estúpida de cuento o de historieta barata

que soy, siempre con el futuro incierto

y caminando descalza entre cascos rotos de bombilla

y brasas encendidas que sorteo por placer.


Me estoy muriendo entre paredes sin ningún recuerdo

y transparentes como el papel.

Ya no hay héroes que me salven,

ya no hay nada que perder.

Me ahogaré en conversaciones vacías que mantendré

contra el espejo y no con él.

Aprenderé a acostarme contra un hombre

y no con él.

Me descubriré leyéndome contra los párrafos,

y todo lo que quede de mi ser

se caerá a pedazos porque estoy contigo

y no con él.


17 junio, 2011

Naturaleza proyectiva


Hoy me enamoré de un chico de quince años

que tal vez ahora tenga dieciséis,

de esos que escriben poemas en la soledad de su cuarto

a una mujer a veces presente, a veces ausente,

con la que no sabe qué hacer.


Yo quiero rosas amarillas

pero mi amor regala margaritas a otras mientras me niega un beso,

y a mi hogar no llega ningún mensajero con un ramo de flores.

Solamente ortigas y me desespero.


En mis sueños estoy enamorada de este joven

poeta en secreto, y suspiro mientras él

también regala poemas a otras,

a otra en concreto,

y yo sólo soy una enamorada por inercia.


En los tests de manchas sólo veo París.

París, ¿por qué será que sólo veo París?

Y eso que para mí sólo es una ciudad gris llena de franceses

pero tal vez les perdone el acento si me regalan una rosa.

Blanca, para más señas. Roja, si lo prefieren.


16 junio, 2011

Tras las cuencas


Nunca he sido de las que quiso entrar en batalla

y sin embargo siempre encuentro alguna guerra,

alguna causa para mostrar una bandera

de rebeldía o de yo qué sé.


Me altera el mundo como una sutil alergia

que, por más que intente ignorar,

soy consciente de su permanencia

y sólo espero el nuevo ataque de tos

o que me siga irritando la piel.


Grito ahora mucho más fuerte en mi silencio,

que ayer cuando se deshacía mi lengua en palabras

y apenas conseguía perturbar las ondas del agua.


Me levanto por la mañana y me ciego

ante la luz del ordenador,

sin radios ni televisores de por medio

ni prensa que altere mi ritmo cardíaco

o la irrigación de mi aparato locomotor.


No sé que es lo que sigo esperando,

o sólo lo sé a medias.

Quisiera enfundarme un vestido blanco

respirar el aire puro y decir que todo está bien,

que pueda pasear del brazo de un chico

bajo un sol que no supere los treinta grados.

Y montar en barco, perseguir la luna a través

del parabrisas de mi coche usado y sin encanto,

lleno de experiencias que jamás se sentaron

en el asiento de atrás.


Volver a visitar mi ciudad sin nombre

lejos del tedio, de los abrazos usados,

de una rutina que se aferra a mis brazos

con cada vez mayor fuerza.

Ahogarme en etanol y despertarme

con el rimmel en las mejillas

y el rouge en unos labios distintos a los míos.

Y seguir soñando con ser eternamente joven

e intocable por el paso de las estaciones.

Que me susurren los cantautores que

a pesar del tiempo, sigo siendo bella

y aún puedo cometer errores desde la inocencia.



13 junio, 2011

En vísperas de examen

En vísperas de examen tengo menos ganas de estudiar que nunca. Como siempre. Se supone que tengo que empollarme nosécuántos tests psicológicos y vomitarlos mañana en un examen tipo test (ironías de la vida).
Aprenderme las siglas de todos ellos... que si EOD, WISC-IV, BSID, RTVB, BL-R, N-BAS... puaj puaj. Y sus autores, para qué sirve cada uno, cómo se aplican, en cuanto tiempo, a partir de qué edad... menos mal que también están los tests proyectivos, que le dan vidilla al asunto. Sí, los tests proyectivos son esos tipo Rorschach, figura humana, TAT... etc. etc. Los que molan.

Viéndolos todos juntos te entran ganas de llorar. Me estoy haciendo ya la chuleta-resumen y cruzando los dedos para mañana. Seguro que pasará lo de siempre: responderé 10-15 con seguridad, 20 con dudas y el resto sin tener ni puta idea. Mis exámenes son siempre como la rueda de la fortuna. (Si alguna vez necesitáis un psicólogo no me recomiendo... aunque mirándolo por otro lado, yo creo que los demás están igual, sólo que no son tan sinceros como yo).

Es decir, que si queréis una psicóloga mediocre pero sincera ahí estaré yo.

(Situación futura)

(Paciente)-Entonces, doctora xxxxxx, ¿qué piensa usted tras aplicarme el test de inteligencia?

(Yo)- Pues eh... (pasando varias hojas del informe) eh... espere, a ver si encuentro el diagnóstico...

P: Espero.

Y: ¿Me repite la pregunta?

P: Eh... sí, que qué piensa usted de los resultados de mi test de inteligencia.

Y: ¿Inteligencia? Ah, no, no, le engañé. Era de personalidad. Cosas de la profesión.

P: Ah... bueno, ¿y qué dice?

Y: Pues según los resultados que dio en el test... usted está loco.

P: ¿Que estoy loco?

Y: Sí, tiene tendencias obsesivas, una leve paranoia y una esquizofrenia como la copa de un pino.

P: ... ¿está segura?

Y: ¿No era usted Paco Ramírez?

P: No. Soy Antonio García.

Y: Oh... perdón, perdón. Me equivoqué de informe. Olvide el nombre de Paco Ramírez. Es confidencial, ¿usted sabe?

P: Claro.

Y: Antonio García, Antonio García... ¿no le hice un test de inteligencia?

P: Eso me dijo.

Y: Oh... pues a usted también le mentí. Sospechaba que tenía problemas de ansiedad y claro, tenía que comprobarlo.

P: ¿Y bien?

Y: Pues... en realidad me he equivocado. Aunque usted padece un inicio de depresión.

P: ... ¿depresión?

Y: Sí. En efecto. ¿Tiene ganas de levantarse por la mañana?

P: Eh... pues sí.

Y: ¿Consume algún tipo de droga?

P: Eh... no.

Y: ¿Alcohol, maría, éxtasis... LSD?

P: No, no.

Y: ¿Está seguro?

P: Absolutamente.

Y: Oh... pues a lo mejor he sumado mal... ¿me deja que lo compruebe?

P: Mire, déjelo. Ya le digo yo a Paco Ramírez que en realidad no es esquizofrénico, si no que tiene un patrón conductual tipo A.

Y: Vaya... quién lo hubiera dicho. Perdone ¿eh?

P: !!*^¨###^* !!!!

11 junio, 2011

Not so sorry



Perdona que me presente de cualquier manera

y tarde, como siempre.

Esta vez sin falda ni sudadera negra,

sólo con unos vaqueros ajados y la primera

camiseta que encontré en el armario.

Adivinarás que ya no soy tan coqueta

y que estoy harta de apariencias.

Ahora sólo quiero sentarme a escucharte, a hablarte,

quizá delante de una cerveza y algo de música,

con un billete minúsculo en la recámara

y toda la noche por delante.


Perdona que no te reconozca, he cambiado mucho,

decía Wilde en uno de esos segundos,

en uno de esos momentos en los que no he estado contigo.

Yo me siento igual que Oscar, quizá más pequeña

o tal vez más perdida.

He cambiado mucho, quizá me veas igual

tras tus lentes transparentes

porque me siguen pidiendo el carnet de identidad

a cada trago que pido en un bar sin importar cuánto sonría.


Perdona que tenga la molesta costumbre de no pedir disculpas,

que salga como un huracán de los sitios y no mire hacia atrás.

Simplemente no me habitúo a que alguien me siga.

Ahora que soy mayor podemos compartir una botella

de vodka mientras me susurro que sigo siendo una niña

hasta altas horas de la noche.

Porque sí, por placer.

Me hice experta en crear castillos para borrarlos después.

Perdona si al rozarte en algún instante pude hacerte caer.

Siguiendo con mi tónica -o cerveza-

de no disculparme, no te pediré perdón por este poemilla

que mal redacté mientras copiaba unos apuntes.

Estoy hecha un desastre, tal vez no lo adivines,

y es que a pesar de todo, me gusta ser tu amiga.


Cotillas irremediables o vecinos muy aburridos.

Salvo cuando era pequeña y "vecinos" significaba unos cuantos niños con los que poder jugar, los vecinos nunca me han gustado.

En su mayoría son ruidosos, con un respeto nulo hacia otras formas de vida, desagradables, sucios, chillones y lo peor de todo, extremadamente cotillas.

Tengo, por ejemplo, unas familias en mi edificio que podrían optar con facilidad a un cásting de Familia Monster. Quienes no ponen una música altísima -y espantosa- a las 2 de la mañana la ponen a las 10 de la mañana un sábado. ¿Resultado? Levantarme -o sin poder dormir- encabronada con Lady Gaga, con Los chunguitos o sevillanas varias. Discusiones a voces entre parejas que no follan nunca, niños que lloran para llamar la atención de sus padres fingiendo claramente por cualquier tontería o porque los padres son unos mantas que cuando el niño llora se ponen a gritar, como si eso arreglara algo. Perros permanentemente hacinados en patios interiores que ladran y lloriquean sin parar, niños que viven arriba y que tiran cosas contra su suelo -mi techo- y no me dejan estudiar... Una jodida pandilla de infelices, esos son los que viven en mi edificio.

Luego está la gente de la calle. Como un tío que se ha comprado un coche superfashion que utiliza para tener permanentemente aparcado y escuchar música a toda hostia. O un abuelo que vive en la acera de enfrente y se pone al lado de la puerta de mi portal -¿por qué?- a mirar la calle.

Luego hay una tía que está grilladísima y se pone a hablar con cualquiera de Dios, o el cielo, o los animales, o la meteorología...

Un enorme puñado de gente muy infeliz y muy aburrida que se dedica a meterse en la vida de los demás porque son incapaces de vivir la suya y a rajar de lo lindo. Intentan meterse en mi vida a raíz de que tengo animales, pero es que paso, paso de ellos. Ya sé que me tienen como una jovencita rara, hippie y "sucia" porque tengo gatos en casa -con lo bien que está mi casa, tan mona puesta y tan limpia...-. Y como siempre se cotillearán unos a otros sobre mi casa y lo que se hace y se deja de hacer en ella, inventando historias si hace falta. Pero qué coño les importa. Que se miren un poquito ellos y a sus hijos, que da pena verles siempre con miles de problemas minúsculos que son incapaces de solucionar.

A veces me pongo furiosa, he tenido verdaderos arranques de presentarme en su casa y darles una paliza, de verdad. Como al imbécil ese que se dedica a espiarme por la ventana, como si no me diera cuenta. Imbécil, más que imbécil. Métete en tu vida y deja de preocuparte por lo que pase en mi casa.

Y perdón por este desahogo, pero es que a veces lo necesito. Lo dicho, que me voy a largar en cuanto pueda a un sitio donde el siguiente vecino esté a un mínimo de 5 Km... además, teniendo en cuenta que son mi principal fuente de mosqueo se reducirían considerablemente mis probabilidades de sufrir un infarto. Y si me da, pues al menos no tendré a un grupo de gente mirándome agonizar sin hacer nada y comentando mientras la jugada. Imbéciles.


06 junio, 2011

Por qué me gustan más los gatos que los perros...



...porque se parecen más a las personas.

Visto en Cat vs. Human. Me identifico tanto con la prota que da miedo -y también risa-. Genial cómic para las amantes de los gatos.

Inspiración 0,000. Paso más tiempo leyendo que escribiendo. Tengo ideas sueltas por ahí, pero ninguna que me termina de convencer.

Debería empezar a estudiar, que tengo exámenes la semana que viene. Probablemente me dé un arranque para escribir los dos días antes del examen, que es cuando se supone que más debería estudiar.

Maldita psicosis estudiantil.

04 junio, 2011

Jigsaw

Él se reencontraba con lo bello del mundo.

Cuando te encontraba a los pies de su cama, no eras mundo, no eras bella.

Te morías por libar palabras dulces, y él las escribía en muros que no habías de ver, inscribiendo en sinapsis delicadeza que para ti era amargura y buscando fotos de alguien que no podía ver.

Encontrar la belleza en binario y no en dos ojos vivos.

Para otros demasiado; para ti, insuficiente.