29 junio, 2009

Censura del sexo, la violencia y la muerte



Siempre me ha llamado la atención desde pequeñita el hecho de que cuando veía la televisión junto con mis padres, en ciertas ocasiones se comportaban de manera muy extraña cuando se veían imágenes en la pantalla que yo no llegaba del todo a comprender, y terminaban cambiando de canal o mandándome a la cama alegando que lo que iba a pasar a continuación me iba a dar miedo y por eso no debía verlo.


Desde mi punto de vista infantil, lo que yo llegaba a entender es que había algo en la televisión que era muy malo, que probablemente me daría pesadillas o me resultaría muy desagradable. Así que en un principio no protesté.


Transcurrió algo más de tiempo y, como niña inquieta que era (y persona morbosa, sí, todo hay que decirlo) empecé a tener un interés desmedido por aquello que me querían ocultar. Comencé a tejer las semejanzas existentes entre las escenas que me censuraban: ocurría siempre cuando uno de los personajes se encontraba gravemente herido, tendido en un lecho; también cuando una pareja se ponía cariñosa y comenzaban a besarse y a acariciarse; y por último, cuando había escenas muy sangrientas.
Por otra parte, cuando moría alguno de mis animales de compañía, siempre decían que se había escapado o que se lo habían llevado a otro sitio para que lo cuidaran mejor.
Yo no lo entendía. ¿Por qué se lo habían llevado o se había escapado si lo cuidábamos bien?


Después, comprendí que cuando mis padres cambiaban de canal era porque se veía claramente que iba a comenzar una escena de sexo, o había demasiada sangre en la pantalla o algún personaje moría. En cuanto a mis animalitos “llevados a la granja” habían muerto.


Y yo me pregunto ahora ¿por qué esa censura? ¿en qué argumento se basa para fundamentarse?
A la mayoría de los niños se les permite jugar a videojuegos en los que tienen que pegar tiros, cortar cabezas, desmembrar personas, acuchillar a todo el que esté delante… pero no se les habla del sexo hasta que son mayores, o directamente, no se les da ninguna explicación. También se les suaviza el hecho de que sus mascotas no van a volver a despertarse, y si te hablan de un familiar fallecido, te dicen que “está con Dios” (Sí, para más inri se amparan en la existencia de seres mitológicos).


Veo innecesario ese tipo de actuación. Erróneo, ilógico y perjudicial para el niño.


¿Por qué (y ya esto lo decía a mis quince años) un niño aprende antes el significado de la palabra “matar” que el de la palabra “follar”? ¿Por qué quitarle la vida a una persona no es censurable (e incluso se anima a los chavales a que se diviertan con este tipo de entretenimiento, ya sea en forma de televisión, videojuego..., mediante una actitud activa o pasiva de los padres) y, sin embargo, si lo es el coito? ¿Qué tipo de moral tenemos cuando censuramos uno de los instintos más básicos del ser humano, tanto como beber o comer? ¿Por qué el placer es censurable y sin embargo se llega a ensalzar el dolor?


También así ocurre con la muerte. La muerte es algo intrínseco a la existencia humana. Tanto es así que la vida sin la muerte no tendría sentido, ya que forma una dualidad inseparable. ¿Por qué no tomárnoslo con naturalidad en lugar de con miedo? ¿Por el simple hecho de ser desconocido? ¿Porque nadie nunca ha vuelto a la vida? (No apelen aquí tampoco a la mitología, por favor) ¿Por qué transmitir ese miedo a nuestros hijos, si ni siquiera nosotros comprendemos qué es? Además, tarde o temprano, terminaremos pasando todos por el mismo lado. Afrontémoslo con madurez y digamos claro que si el animalito se ha muerto, se ha muerto. Ya está. Es menos traumático para un niño comprender su propia naturaleza y la naturaleza de los seres vivos que irlo engañando poco a poco con falacias haciendo que construya miedos innecesarios (¿o acaso tener miedo a la muerte es un infalible método para evitarla?), así como una gran ignorancia en ciertos temas, tales como el sexo.


Si acaso, comprendería la censura a la violencia en los primeros años de edad, ya que el niño tiende a imitar con mayor frecuencia los modelos que se le presenta a esas edades y lo último que se desea es un niño que manifieste un patrón de conducta agresivo adquirido mediante aprendizaje por observación vicaria. Pero transcurridos unos años, más que censura, el niño ha de tener una educación. Debe saber que el mundo es cruel, que el ser humano es violento por naturaleza y que se encontrará a lo largo de su vida con agresores tanto físicos como psicológicos; al mismo tiempo se le debe inculcar que la violencia no es una conducta deseable y por lo tanto, que debe de hacer todo lo posible por rechazarla, siempre que no exista un riesgo para su integridad y como última opción ante una situación hostil (eso de dar la otra mejilla tampoco es una conducta inteligente si uno se aprecia a sí mismo).

Por otro lado, si la sexualidad se comprendiera como una expresión de amor o como un comportamiento placentero que objetivamente no tiene nada de malo (siempre que haya acuerdo por las dos partes y los dos sujetos tengan plena consciencia de lo que están haciendo) la sociedad no tendría tantos problemas en esa materia, ya que los padres hablarían con los hijos progresivamente sobre el tema, de un modo adecuado a su desarrollo cognitivo para que pudieran comprender lo que se les dice y por lo tanto, podrían entender que la sexualidad bien enfocada puede ser algo maravilloso y no algo que censurar, que despreciar, que negar o algo que cause vergüenza. Las grandes lagunas que tienen muchos adolescentes en cuanto al uso de anticonceptivos podrían disiparse en la familia y, entre otras cosas, podría reducirse el número de embarazos no deseados con la consecuente disminución de abortos (Y aquí aprovecho para decir, que si bien defiendo el derecho al aborto, estoy totalmente en contra de utilizar ese mismo derecho de forma irresponsable e indiscriminada. La mujer debe tener la posibilidad de una vía de escape si se queda embarazada sin su consentimiento, pero ello no es excusa para utilizar el aborto como método anticonceptivo, entre otras cosas, porque resulta negativo para ella).

La censura causa ignorancia a todo el mundo, y el deseo irresistible de quebrar las normas y conocer lo prohibido entre aquellas personas que son un poco más inteligentes e inquietas.


En cambio, tenemos una sociedad más que tolerante para con la violencia en series de televisión, programas, anuncios… hasta los “objetivos” telediarios de noticias se recrean en las imágenes macabras y sangrientas. Además, de la muerte no se habla. Y es fundamental aprender a morir. Porque por mucho que ignoremos el tema, muertos vamos a terminar. Así que es mejor enfrentarse al hecho con valentía que con miedo (Además, los más pequeños tendrían un trauma menos con sus animalitos y dejarían de culparse por no haber tratado a sus mascotas como deberían. No pensarían que el que era su amiguito ha dejado de quererlo y por eso se ha ido, creando en ellos un fuerte sentimiento de culpabilidad. Es mejor decirles la verdad y que lloren a su compañero, comprendan lo que ha pasado y puedan exteriorizar sus sentimientos a que se queden impotentes cuestionándose a sí mismos e iniciándose en la costrucción de la peligrosa baja autoestima).


Y en cuanto al sexo, ya me he pronunciado. El resultado es un individuo ignorante de su responsabilidad y del funcionamiento de su cuerpo, tal como se vio en la compañera de piso y amante de los que hablé en otro post (“Transmisión local de la señal eléctrica: propiedades eléctricas pasivas de la neurona”, Etiqueta de Sexualidad, publicado a 2 de Junio de 2009).

Y como siempre digo, la solución a todos estos problemas es siempre la misma: educar en valores humanos a las personas desde que son pequeñas. Y casi que añadiría educar en Biología. Así tendríamos que escuchar menos estupideces de, por ejemplo, los fanáticos religiosos.


28 junio, 2009

La sala de estudio



Dime Luna, tú que acompañas
al caminante silencioso desde el cielo
si hay una noche más triste que ésta,
donde la sala de estudio vacía
queda abandonada por el éxodo
masivo de estudiantes
y ya nadie recuerda el sufrimiento
que causa el esfuerzo
del pupilo esmerado.

Yo aún tengo que perderme
entre neurotransmisores
y drogas duras,
por no hablar de las miles de funciones
del hipotálamo y sus amigos.

Me acompaña una lata de coca cola vacía
y me mira con ojillos de desamparada;
¿Quién te abandonó
después de darte un beso?
Su cadáver me reprocha
que no la tome entre mis manos
y construya un lapicero.

Se escuchan las voces
de los estudiantes muertos.
¿Acaso no veis que aquí
solo se encuentran aquellos
que sintieron que esta residencia
era un manicomio?
Y yo soy la que en él os encerrará,
no debería estar dentro con vosotros.

Pero una mesa azul me retiene
y me llama por el nombre que no tengo.
“¡Aliénate conmigo
y pasa a ser un árbol muerto!”
Y yo dejo reposar en ella mi cabeza
y entre sacapuntas y bolígrafos
me entrego a ella por completo
y hacemos el amor.


26 junio, 2009

Venus y Venus


“Escríbeme un poema” me dijo en cierta ocasión. “Yo te escribo una canción y tú me escribes un poema”.

Accedí con una sonrisa, pensando que si existía sobre la faz de la Tierra una mujer capaz de inspirarme, era ella.


Su nombre luminoso conseguía oscurecer al mío cuando se pronunciaba en voz alta, así como su existencia iluminaba la mía.


Cabellos negros que apenas ocultaban sus hombros cuando lucían sin ataduras, ojos color caramelo, eléctricos, enmarcados por largas pestañas, piel blanca aterciopelada cubierta de lunares donde menos lo esperabas, un aura perfumado con el olor a primavera impregnado en cada centímetro de su ser: ella.


Una cascada, ahora dorada, ahora color de las hojas del otoño hasta las vértebras dorsales, ojos color castaño, miel o verdoso según la luz del día, piel nívea con lunares muy contados y en rincones muy concretos del cuerpo, un olor dulzón que envolvía a cualquiera que se encontraba demasiado cerca: yo.


Ella vestía ropas sin costuras, vaporosas, multicolores de algodón. En cambio, yo vestía de luto permanente: prendas de riguroso poliéster negro.


Ella se evadía en las clases haciendo dibujos imposibles; yo, escribiendo relatos abstractos y versos libres.


Accedí a escribirle un poema, a sabiendas de que aquello era un intercambio injusto, que ella no escribía canciones y que probablemente me transcribiría una que le gustara mucho o que tuviera un significado especial para ella, pero que no sería fruto de momentos de reflexión e inspiración.


Tenía un temperamento arrasador que contrastaba con la relativa tranquilidad con la que yo me enfrentaba al mundo, por lo que nunca hubiera tenido paciencia suficiente como para escribir algo laborioso o que requiriese una inversión de tiempo.


En apariencia tan distintas, cuando estábamos juntas resonaban nuestras risas creando una cúpula que nos envolvía protegiéndonos del mundo exterior.


Yo la adoraba como la niña que mi amiga era, como el proyecto de mujer que era, como la jovencita de diecisiete años esbelta y decidida, rebelde e inquieta que me hablaba con descaro en aquel colegio de mojigatos cristianos y a la que yo respondía con lascivia y provocación, solo para disfrutar del placer del caos y la estupefacción que erigíamos a nuestro alrededor.


Nos entreteníamos en clavarnos los colmillos en el cuello por los pasillos la una a la otra, despertando murmullos de “lesbianas” por donde pasábamos. A nosotras no nos importaba, nos lo pasábamos genial.

Una noche, confundida con la cerveza, expuesta al deseo suscitado por el alcohol, me pidió que le diera un beso.
Yo nunca había besado a una mujer, por lo que la excitación se apoderó de mí.
Me regaló su boca con determinación, y en menos de dos segundos estaba besando aquellos labios dulces y suaves. Hasta aquel momento, fue el mejor beso que me habían dado en mi vida.
Se separó de mí y se centró en permanecer callada al sentarse en la hierba del parque donde nos encontrábamos. Yo me deslicé junto a ella y comenzamos a charlar sin darle importancia al asunto.
Al despedirse de mí, volvió a besarme con urgencia, con violencia, ante la asombrada mirada de dos transeúntes que vagaban por allí.
Ella no le dio la menor importancia al hecho: estaba claro que solo estaba jugando.
Yo me marché a casa con el sabor de su boca en los labios, mezclado con el de cerveza.


Al día siguiente, recibí una carta.


Era la letra de una canción, escrita en letras plateadas sobre cartulina azul. La misma cartulina que se encuentra hoy en mi habitación, leída y releída diez, cien, mil veces en el día y en la noche.


Al comenzar el verano, se marchó al norte, no muy lejos de mi tierra natal.


Ella desapareció para siempre.


Yo nunca le escribí el poema que me pidió.


24 junio, 2009

Aires del norte


Mouxos, coruxas, sapos e bruxas.
Demos, trasgos e diaños,
espíritos das nevoadas veigas.
Corvos, píntigas e meigas:
feitizos das menciñeiras.
Podres cañotas furadas, fogar dos vermes e alimañas.
Lume das Santas Compañas, mal de ollo, negros meigallos,
cheiro dos mortos, tronos e raios.
Ouveo do can, pregón da morte;
fuciño do sátiro e pé do coello.
Pecadora lingua da mala muller casada cun home vello.
Averno de Satán e Belcebú, lume dos cadáveres ardentes,
corpos mutilados dos indecentes.
Peidos dos infernais cus,
muxido da mar embravescida.
Barriga inútil da muller solteira,
falar dos gatos que andan á xaneira,
guedella porca da cabra mal parida.

Con este fol levantarei as chamas deste lume que asemella ao do Inferno,
e fuxirán as bruxas a cabalo das súas escobas
índose bañar na praia das areas gordas.

¡Oíde, oíde!
os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse en augardente
quedando así purificadas.
E cando este beberaxe baixe polas nosas gorxas,
quedaremos libres dos males da nosa ialma e de todo embruxamento.
Forzas do ar, terra, mar e lume, a vós fago esta chamada:
se é verdade que tendes máis poder que a humana xente,
eiquí e agora, facede que os espíritos dos amigos que están fóra,
participen con nós desta Queimada.


¿Algún sueño premonitorio?

21 junio, 2009

Oración por el derecho al aborto



¿Propiedad de la Iglesia Católica?








Concédenos el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo.
Danos la gracia de no ser únicamente vírgenes o madres.

Líbranos de la autoridad del Padre
y del Hijo,
y del Espíritu Santo,
para que seamos nosotras
las que decidamos por nosotras.

Ruega para que el Estado
no haga suyos los mandatos de la Iglesia
y seamos liberadas de su misógina opresión.

Venga a nosotras el derecho a cuestionar
si es bendito
el fruto de nuestro vientre.

No nos hagas caer en el error
de no luchar por nuestros derechos,
que no nos acobardemos ante la insolidaridad
y la incomprensión del varón
que a lo largo de la Historia
nos ha mantenido sometidas injustamente,
o al de otras mujeres que han sido absorbidas
por el "ideal" machista.

Que venga a nosotras la legalidad del aborto
y que se vele por la autoridad que las mujeres
tenemos sobre nuestro cuerpo,
el mismo por el que tenemos que soportar
las burlas, las condenas de inferioridad,
un trato no equitativo social, económico e intelectual.
Nosotras aguantamos las menstruaciones
del cuerpo femenino
desde que somos unas niñas
hasta que nos erigimos como adultas ya maduras,
la lascivia de los hombres que despierta
los tributos que poseemos de mujer
y cómo por ello nos tratan como objetos,
y en esos momentos, nadie se preocupa de nosotras.

Alzamos ahora la voz
para que el nacimiento de una nueva vida
no destroce otra que ya se ha asentado en el mundo,
y que no se nos silencie como seres humanos que somos
a pesar de ser mujeres.

Así sea.








19 junio, 2009

Del por qué no seré nunca una señorita



Ya sé por qué
nunca seré una invitada más a un salón de té
junto con otras chicas
que intercambian confidencias con celeridad y elegancia,
consiguiendo hacer resonar sus risas
en las salas de atmósfera dulzona o amarga,
mezcolanza de perfume de femme y humo de tabaco rubio,
con el filtro manchado de carmín rosado
que se refleja en el rímel de sus largas
y perfectas pestañas, que ensalzan, altaneras,
la importancia de la inversión del tiempo
en la belleza, en polvo de ángel para el rostro
y collares de perlas de plástico
y vestido de lunares:

porque soy la mujer de la cerveza
a las cinco de la tarde,
de pelo revuelto
y uñas mordidas y malpintadas,
que se ausenta tras un libro
o se ahoga entre la espuma
que rebosa de la jarra.


14 junio, 2009

Ab aeterno


Hay veces en las que no puedo evitar conectarme a Internet y comenzar a navegar con avidez, deseosa de encontrar en la red los resquicios de mi pasado, para así poder recordar y conseguir que la sucesión de contenidos me sepulte en la nostalgia.
Un antiguo poema, relato, escrito por otros o por mí... una fotografía de un momento especial, un comentario, una conversación guardada en un documento de Word...


A veces, entro en el blog de alguna persona querida (y aquí me detengo a pensar en la ambigüedad de la forma verbal que empleo) y me enfurezco cuando observo la misma entrada de hace unos meses, de cuando esa misma persona abandonó aquel trocito de su mente en la red.
En ocasiones, no sé dónde encontrar lo que busco y me desespero tratando de recrear en mí un sentimiento ya extinto. Y entonces me asalta la duda de si ese sentimiento realmente se encuentra ya muerto, pues ¿cómo entonces puedo rescatarlo del olvido y ganarle así la partida al tiempo, relativamente?

Cuando consigo observar, gracias a Internet, los rincones virtuales de aquellas personas que ya se olvidaron de mí, me entran ganas de ponerme en contacto con ellas. Pero entonces una voz aparece en mi mente y me aconseja que, si la situación ha devenido así, así se ha de quedar, que no soy nadie para desenterrar lo que hace mucho dejó de ser una realidad. Así que me contento con observar cómo crecen y cambian esas personas, cómo van evolucionando, mientras me hago consciente de que las personas que son ahora poco o nada tienen que ver con lo que eran ni, por ende, conmigo.

Me doy cuenta de la fragilidad de la red; de que si la persona a la que admiro desde la lejanía quisiera, podría destruir su rincón virtual y entonces ¿dónde podría buscar a la persona que era sino es en mi recuerdo? ¿Y dónde podría encontrar a la persona que es, si es muy posible que ya no tenga otra forma de contactar con ella, de seguir su evolución y poderla sentir cercana a mí aunque esa proximidad sea solo de pensamiento?

El tiempo es un río que se traga todo lo que existe. Aquello que nace en él, muere en él. Y nosotros, pobres desgraciados, sólo podemos luchar para que permanezca aquello que nos importa a flote el mayor tiempo posible. Pero estamos irremediablemente condenados a una vida efímera.
Me da por pensar en el Carpe Diem, en lo triste que es que esa cita se haya "puesto de moda" en los últimos años, confiriéndole así la banalidad de lo vulgar.
Porque si realmente existe algo que merece la pena es disfrutar de la vida el máximo tiempo posible. Todo lo que tiene un inicio tiene un fin, y solo podemos atrapar el presente y vivir el momento, porque es lo único que el ser humano puede realmente poseer.

Aunque suene contradictorio, adoro poder mendigar mis recuerdos de cuando en cuando, porque significa que he vivido y que ahora que ya no poseo ese presente, lo he hecho mío en forma de pasado y que estará presente en mi futuro de alguna forma, porque ha conseguido moldearme y conformarme como la persona que voy a ser.

Y ese es el único premio del paso del tiempo: nosotros somos los únicos recuerdos tangibles de nuestra vida, aquello que da testimonio de que existieron personas que nos amaron y nos odiaron, que nos hirieron o abrazaron, pues sus huellas de algún modo permanecen grabadas en nuestra piel, así como las arrugas son los testigos mudos de nuestro tácito vagar por la Tierra.

02 junio, 2009

Transmisión local de la señal eléctrica: propiedades eléctricas pasivas de la neurona *



Utilizando la ecuación de Goldman se puede calcular el potencial de membrana esperado, en respuesta a un conjunto de gradientes de concentración iónica y permeabilidad de la membrana. Solo se aplica a la situación de equilibrio, donde el voltaje no sufre variación. Cuando una neurona genera señales para comunicarse, el voltaje varía.

Existen tres propiedades eléctricas pasivas: la resistencia de la membrana en reposo, la capacitancia y la resistencia axial intracelular.

Tranquilos, queridos lectores; tranquilas, queridas lectoras. No tengo especial interés en explicaros los temas de Psicobiología de los que me examino este cuatrimestre. De hecho, hoy el tema que deseo tratar es el de la sexualidad. Pero no la sexualidad como puede entenderla una persona sensata, no, sino la sexualidad que se vive realmente. La cruda sexualidad.

Y este tema ha surgido así porque sí, debido a mi compañera de habitación en la residencia de estudiantes. ¿Y por qué por ella? Porque es el perfecto prototipo de persona sin valores humanos, como la gran mayoría de estudiantes universitarios que te puedes encontrar: personas carentes de valores éticos, de intelecto y bueno, la estética es algo muy secundario, pero lo menciono porque mi compañera, si no ya se aleja de cualquier concepto que se pueda tener de bello, causa tanto con su aspecto como con su comportamiento auténtica repulsión.

Tenemos pues a un individuo hembra cuya actividad cerebral está muy mermada ya no solo por la determinación genética y el escaso desarrollo al que esa mente se haya podido someter debido a la falta de interés por el mero aprendizaje, sino que el cerebro en sí ha sufrido los estragos del fenómeno botellón y discoteca, con la consecuente pérdida neuronal que finalmente limita a esa persona a la más profunda estupidez.
Perfecto.
Este individuo hembra tiene serias dificultades para poder mantener relaciones sexuales. Finalmente, tras mucho buscar, encuentra a un individio que sin ningún tipo de compromiso, decide mantener relaciones con ella.
Y uno se preguntará ¿qué tipo de ser humano accedería a tener esa experiencia con ese individuo hembra?
¿La respuesta?
Un individuo macho igualmente carente de intelecto, de ética y de belleza, claro, porque los individuos macho necios e inmorales que tienen la fortuna de haber sido bendecidos por Venus terminan siendo modelos, jugadores de fútbol, cantantes de OT, "tertulianos" (perdónenme por ensuciar este exquisito término) en los programas del corazón... pero definitivamente no se acuestan con individuos hembra rayanos estéticamente en la náusea (podría comentar, si el caso fuera otro, sobre la superficialidad de estos engendros en general, pero entiendo el asco que estos seres pueden causar como tema de salud física y mental).
Finalmente, los individuos van a la cama y servidora se entera por lo finos que son los tabiques en mi residencia.
De acuerdo.
Una vez consumado el acto (del que me han llegado un "Quillo, así no, que me duele" y varios "No lo hagas dentro, por favor" de ella), llega a mis oídos la siguiente conversación:


Ella, con voz apurada y angustiada: Quillo, ¿lo has echado dentro?


Él, con absoluta seguridad: No.


Ella, aún nerviosa: Tío, dímelo, porque si lo has echado dentro voy mañana a tomarme la pastilla.


Él con chulería y determinación: Pues tómatela.


Ella: ¿Pero lo has echado dentro?


Él: Sí.


Ella: ¿Que sí? ¡Hijo de puta! Al cabo de unos minutos se queda como pensativa y se ríe.


A lo que el tío pasa de ella y la empieza según creo, a toquetear, cosa que a ella le gusta y se le olvida el asunto. De pronto, como si cayera en la cuenta, mi compañera dice:
-Mañana voy a tomarme la píldora.
A lo que él ni se molesta en contestar, en decir un mero "te acompaño" (ja ja ja) o tranquilizarla y vuelve a intentar volver a la carga con ella.
Terminan el segundo acto (y vuelvo a pedir perdón, esta vez al gran arte que es el teatro, por lo que se está mi historieta asemejando al desarrollo de sus obras), él se pone los pantalones, sale de la habitación y se va a charlar con la amiga de mi compañera, que está de mejor ver en lugar de quedarse en la cama con el individuo hembra con la que acaba de tener relaciones.


Penosas situaciones como ésta se suceden cada día, en todos los rincones de nuestro país. Mi compañera seguramente se quedará esperando a que él la vuelva a llamar. Habría que comentar diversos aspectos.


En primer lugar, observémoslo desde el punto de "lo que debería haber hecho él" (Obviemos la respuesta más rápida, sencilla e inteligente de "habérsela cortado a los tres años"). Si eres un tío y quieres tener relaciones sexuales sin compromiso con una mujer, perfecto. Pero joder, ella es un ser humano, no un agujero con patas. A pesar de lo que pueda parecer, ese repulsivo ser al que te acabas de follar (¿Me permitís ser directa en el vocabulario?) tiene sentimientos. ¿Habéis escuchado alguna vez eso de que "las mujeres después del sexo, tienen ganas de llorar"? No sé si es solo un rumor, personalmente no me ha pasado y no conozco ningún caso cercano, pero supongo que si eso se dice, tendrá algún tipo de fundamento. Dejando a un lado el hecho de que cualquier mujer con un mínimo de dos dedos de frente efectivamente se echaría a llorar si le ocurriera esa situación, o si simplemente un engendro repulsivo macho intentara tocarla, más que por dignidad que por otra cosa, hay un hecho que sí es cierto.
A las mujeres nos gusta que se queden con nosotras en la cama tras el acto, mientras que los hombres, una vez alcanzado el clímax pierden el interés en su compañera y se dedican a otras cosas. Y si eres mujer y de pronto el chico al que le has abierto las puertas del cielo se levanta, se viste y se va a hablar con tu amiga que está más buena que tú, jode. Tuvo que entrarle a mi pobre compañera de cuarto un sentimiento de soledad y de "no valgo para nada" terrible.
Por otra parte, sí vas acostándote con mujeres sin preservativo (que ahora que lo pienso, ¿habrá cogido mi compañera alguna enfermedad de transmisión sexual?), al menos ten la decencia de no eyacular dentro de la chica, que para más inri, te lo lleva pidiendo desde hace tiempo. Y si además eres tan cabronazo de hacerlo y ponerla a ella en riesgo de esa forma (vaya partidazo de maromo, SIDA y embarazo en el primer contacto), ten huevos de admitirlo y no mentirle de esa forma tan descarada. ¿Qué hubiera pasado si ella no te lo hubiera preguntado? Que al mes le falta la regla, se hace la prueba de embarazo y ¡ah! ¡sorpresa!. Y los bichitos que descargas, amigo, son tuyos. Llevan TU carga genética, capullo. Ten un poco de responsabilidad, ¿no?
Encima, ella sugiere tomarse la píldora y ¿él que dice? "Pues tómatela", como diciendo "ese es tu problema". Pero a ver, niño, la pastilla postcoital qué coño te crees que es, ¿agua? ¿Sabes los efectos que tiene en la mujer esa cosita blanca tan pequeña? Pero claro, el niñato ha tenido seguramente una formación sexual pésima, si es que ha tenido acceso a ella o se ha tomado la molestia de informarse. Ese es el problema de acostarse con un engendro estúpido, que su desinformación ya no es solo de Matemáticas, Historia y Ortografía, sino que dado el sistema en el que nos desenvolvemos realmente no pasa "nada" si NO TIENES NI PUTA IDEA DE NADA. Y las películas porno no educan sexualmente, de verdad que no.
Y si la pastilla es la única opción, al menos acompáñala al centro sanitario, que follar habéis follado los dos, no ella sola. Una mujer no tendría que ir sola nunca a pedir la postcoital, aunque sea un individuo hembra repulsivo.


En lo que le concierne a ella, varias cosas. En primer lugar, eres muy estúpida. Sí, eres MUY ESTÚPIDA. ¿Hola? Por más que se diga que los hombres y las mujeres son "iguales", la realidad es que seguimos viviendo en un mundo de hombres. Y nosotras llevamos las de perder. El sexo por el sexo puede ser divertido, no digo que no, pero tienes que estar preparada para atenerte a las consecuencias. Si te acuestas con un hombre para el que vales lo que vale tu cuerpo, no puedes esperar de él ningún trato especial. Y el sexo es algo muy serio, por más que se frivolice una y otra vez en la sociedad en la que vivimos.
Como dicen las mujeres duchas en hacerse un hueco en este mundo viril, (y pido perdón por el símil): "Uno no compra la vaca si puede tener la leche gratis". A un tipo descerebrado de los muchos que hay por ahí, una vez que le das sexo, se largan. Y ya está. No se va a enamorar desesperadamente de ti, ni te va a pedir de salir. ¡Despierta! Así que, querida compañera, espero por tu bien que no tengas ninguna expectativa de futuro para con ese tío, porque ha dejado bien claras sus intenciones.
Por otro lado, ¿por qué te acuestas con un don nadie sin protección? Si fuera tu pareja estable, con la que tienes confianza y sabes que si ocurre lo peor va a estar ahí para ti, pues todavía pase. Pero ¿con alguien que te puede pegar de todo y encima te puede dejar embarazada? Es que te restriegas desnuda entre las sábanas de un burdel y creo que tienes menos riesgo de pillar algo.
Si tú no abres las piernas, él no entra ¿comprendes? Debiste perderte la lección de Barrio Sésamo que versaba sobre la diferencia de "abierto-cerrado".
Además, si el cabrón tiene la indecencia de eyacular dentro de ti, lárgalo. Échalo de la cama, échalo de la residencia a patadas. Eso ha sido una enorme falta de respeto con consecuencias terribles para TI. Porque eres TÚ la dueña del útero, ¿entiendes? No te rías, no te tomes el asunto a broma. Y por favor, no dejes que se acueste contigo una segunda vez después de lo que ha pasado. Eso indica que te quieres muy muy poquito y no te llamo mujer florero porque compararte con un florero sería hacerle un flaco favor a la belleza de éste.
Y ¡luego va y duerme con él! Yo no sería capaz, qué quieres que te diga. Dormir con el enemigo al lado es cosa seria. Por no mencionar que no podría dormir por el mero incidente, pero supongo que ser una inconsciente tiene ese tipo de cosas, que te da igual ocho que ochenta.
Lo que no entendería de verdad es que volviera a acostarse de nuevo con él. Si te trata como a una mierda y para colmo es mal amante, ¿para qué follas, gilipollas?


En fin.


A este tipo de gente habría que regalarle consoladores y demás juguetes sexuales. Si quieres pasar un buen rato, pues vale, pero sé lo suficientemente inteligente para tomar medidas y estar a la altura de las consecuencias que puedan tener tus actos. Y sii no eres lo suficientemente inteligente, pues dedícate a las pollas de goma, qué quieres que te diga. Mejor eso que traer al mundo a un monstruito fruto de dos necios engendros que asegurarán que la estupidez del hijo supere con creces (¿pero es posible?) a la de los padres.


Y este es el verdadero problema de España, la educación a todos los niveles. No se trata de ponerte en contra de que repartan la píldora postcoital de forma gratuita o que promulguen una Ley del Aborto. La raíz está mucho más profunda y las medidas que se toman solo raspan la superficie. De este modo, cada vez tenemos una sociedad más degenerada formada por los hijos de los hijos de los hijos de los inconscientes, estupidizados por su linaje, por la televisión, el alcohol, las drogas, los padres, el sistema educativo, el gobierno y por sí mismos.


Y lo peor es que nos vamos a quedar inactivos mientras este mal se propaga.




* El título y el encabezado tienen como único motivo de ser la disuasión de mis compañeras de residencia a esta lectura. No creo que vayan a entrar en mi blog, pero por si acaso, el título haría que perdieran rápidamente el interés, al menos en el caso de una de ellas. El encabezado se ocuparía de disuadir a la otra, que es algo más inteligente.