30 diciembre, 2008




Estaba allí desde el primer momento,
en la adrenalina
que circulaba por las venas de tus padres
cuando hacían el amor para concebirte,
y después en el fluido
que tu madre bombeaba a tu pequeño corazón
cuando todavía eras sólo un parásito.

Llegué a ti antes de que pudieras hablar,
antes aún de que pudieras entender algo
de lo que los demás te decían.
Estaba ya, cuando torpemente
intentabas dar tus primeros pasos
ante la mirada burlona y divertida de todos.
Cuando estabas desprotegido y expuesto,
cuando eras vulnerable y necesitado.

Aparecí en tu vida
de la mano del pensamiento mágico;
me acompañaban...
las supersticiones y los conjuros,
los fetiches y los amuletos...
las buenas formas, las costumbres y la tradición...
tus maestros, tus hermanos y tus amigos...

Antes de que supieras que yo existía
dividí tu alma en un mundo de luz y uno de oscuridad.
Un mundo de lo que está bien y otro de lo que no lo
está.

Yo te traje tus sentimientos de vergüenza,
te mostré todo lo que hay en ti de defectuoso,
de feo,
de estúpido,
de desagradable.
Yo te colgué la etiqueta de "diferente",
cuando te dije por primera vez al oído
que algo no andaba del todo bien en ti.

Existo desde antes de la conciencia,
desde antes de la culpa,
desde antes de la moralidad,
desde los principios del tiempo,
desde que Adán se avergonzó de su cuerpo
al notar que estaba desnudo...
¡y lo cubrió!

Soy el invitado no querido,
el visitante no deseado,
y sin embargo
soy el primero en llegar y el último en irme.
Me he vuelto poderoso con el tiempo
escuchando los consejos de tus padres sobre cómo
triunfar en la vida.

Observando los preceptos de tu religión,
que te dicen qué hacer y qué no hacer
para poder ser aceptado por Dios en su seno.
Sufriendo las bromas crueles
de tus compañeros de colegio
cuando se reían de tus dificultades.
Soportando las humillaciones de tus superiores.
Contemplando tu desgarbada imagen en el espejo
y comparándola después con la de los famosos
que salen por televisión.

Y ahora, por fin,
poderoso como soy
y por el simple hecho
de ser mujer,
de ser negro,
de ser judío,
de ser homosexual,
de ser oriental,
de ser discapacitado,
de ser alto, bajito o gordo...
puedo transformarte
en un montón de basura,
en escoria,
en un chivo expiatorio,
en el responsable universal,
en un maldito
bastardo
desechable.

Generaciones y generaciones de hombres y mujeres
me apoyan.
No puedes librarte de mí.

La pena que causo es tan insostenible
que para soportarme
deberás pasarme a tus hijos,
para que ellos me pasen a los suyos
por los siglos de los siglos.

Para ayudarte a ti y a tu descendencia
me disfrazaré de perfeccionismo,
de altos ideales,
de autocrítica,
de patriotismo,
de moralidad,
de buenas costumbres,
de autocontrol.

La pena que te causo es tan intensa
que querrás negarme
y, para eso,
intentarás esconderme detrás de tus personajes,
detrás de tus drogas,
detrás de tu lucha por el dinero,
detrás de tus neurosis,
detrás de tu sexualidad indiscriminada.
Pero no importa lo que hagas,
no importa a dónde vayas.
Yo estaré allí,
siempre allí.
Porque viajo contigo,
día y noche
sin descanso,
sin límites.

Yo soy la causa principal de la dependencia,
de la posesividad,
del esfuerzo,
de la inmoralidad.
del miedo,
de la violencia,
del crimen,
de la locura.

Yo te enseñé el miedo a ser rechazado
y condicioné tu existencia a ese miedo.
De mí dependes para seguir siendo
esa persona buscada, deseada,
aplaudida, gentil y agradable
que hoy muestras a los demás.
De mí dependes
porque soy el baúl en el que has escondido
aquellas cosas más desagradables,
más ridículas,
menos deseables de ti mismo.

Gracias a mí
has aprendido a conformarte
con lo que la vida te da,
porque, después de todo,
cualquier cosa que vivas será siempre más
de lo que crees que mereces.

Has adivinado, ¿verdad?


Soy el sentimiento de rechazo que sientes hacia ti mismo.



Recuerda nuestra historia...


Todo empezó aquel día gris
en que dejaste de decir orgulloso:
¡YO SOY!


Y, entre avergonzado y temeroso,
bajaste la cabeza
y cambiaste tus palabras y actitudes
por un terrible pensamiento:
YO DEBERÍA SER...



-Autorrechazo, Bucay-

29 diciembre, 2008

23 diciembre, 2008

Generación del 90 (II)





Los inquietos



"La curiosidad mató al gato"

Si bien en la entrada anterior exponía el modo de actuar que tiene la mayoría de mis congéneres, y creo que he dejado bastante claro lo que pienso, me gustaría sin embargo dirigir ahora mi vista hacia la minoría, aquellas personas que parecen estar en la sombra pero que afortunadamente existen a pesar de que en esta sociedad se las quiera ocultar y privar de un lugar en ella, por el mero hecho de no seguir a la masa.


Me refiero a los escépticos, a los curiosos, a los que no se conforman con aceptar lo que se les ofrece porque quieren lo mejor y no sólo lo deseable por la multitud: los inquietos.
A pesar de que en ocasiones me embargue un sentimiento de desesperanza, porque son pocos y la mayoría de ellos no se conocen entre sí, llegando ellos incluso a pensar que quizá no haya nadie como ellos, sé existen y eso me hace sonreír.

He tenido la inmensa fortuna de encontrar a lo largo de mi vida a algunos, y son personas excepcionales. Nunca cumplen un estereotipo determinado, nunca tienen por qué tener una personalidad que se asemeje a la de otros, siendo a veces lo único que les une el mero hecho de ser reflexivos, de haber nacido inconformistas y de ser ellos mismos aunque no encajen entre sus iguales de la multitud. Se puede decir que no sólo son personas únicas que destacan entre la masa, sino que además, no se confunden con otros inquietos porque brillan con luz propia. Individualismo extremo frente al grupo de forma natural.

Ellos poseen los valores humanos de los que carece el conjunto, se aferran a sí mismos con desesperación y soportan los golpes que da la vida con obstinación, volviéndose más escépticos tal vez por ello, pero sin dejar de creer en que al menos, no van a dejar de ser ellos mismos por sufrir. Y yo no puedo hacer otra cosa sino admirarles.

Muchos tienen una visión pesimista de la vida, un descontento generalizado quizá debido a soportar la enorme carga que la soledad supone. Se sienten abrumados ante la degeneración de la sociedad, cada vez más desprovista de calor humano, cada vez más estúpida, cada vez más animalizada… más vacía.

Y sin embargo, se enfrentan al día a día, se resisten a ser como los demás no por el deseo de destacar sino porque están convencidos de que los demás se equivocan, de que los valores que muestran no son realmente los que importan a pesar de estar asumidos por todos, y que no por el error ser más repetido se convierte en correcto.

Son la razón de ser de nuestra generación.

Por ellos escribo todo esto, porque estáis ahí, sé que estáis ahí os conozca o no, porque a pesar de que haya enormes campos de trigo, siempre aparecen intercaladas en ellos amapolas de un rojo sangre que no pueden ser ignoradas, porque han nacido para ser diferentes, para ser únicas y ser individualmente excepcionales, luchando siempre, como dice bajo el título de este blog, para no ser absorbidos por la tribu, porque han decidido pagar el precio de ser ellos mismos pase lo que pase.

Si leéis esta entrada y tenéis la suerte de poseer una mente inquieta os animo a que os encontréis entre vosotros, que no os dejéis abatir por la inmensidad de la masa, porque entre ella, escondidos, hay otros inquietos que se preguntan si existirá alguien más como ellos y que se sienten solos al creerse perdidos en un mundo de sinsentido.

Somos pocos, pero somos.

… Y seremos …





17 diciembre, 2008

Generación del 90 (I)





Eppur si muove! *







A pesar de los intentos por reprimir las ganas de escribir sobre el tema, no he podido resistirme. Y es que la actualidad se impone por sí misma, y aunque no me gustaría que éste blog se convirtiera en un lugar donde comentar las noticias que nos llegan todos los días, ya que se asemejaría a otros mil millones de blogs que seguramente estarán mejor escritos que el mío (muchos de sus autores son periodistas) y perdería originialidad, tampoco puedo darle siempre la espalda al mundo y refugiarme entre mis poemas evasivos cuando lo cierto es que me preocupa la realidad. Tengo conversaciones a menudo sobre lo que ocurre en el mundo con bastantes personas, pero también tengo necesidad de escribirlo. Es por eso que de vez en cuando comentaré ciertos aspectos de alguna noticia, pero visto siempre desde un punto de vista reflexivo. Quizá los sucesos de los que hable no sean los más significativos, ni quiere decir que únicamente ésos me hayan llamado la atención. Simplemente serán los que me hayan inspirado a escribir, así sin más.

Y dejando de lado esta breve introducción, me gustaría comentar la revolución juvenil que está ocurriendo en Grecia. En referencia a la polémica suscitada por el asesinato de un estudiante durante las manifestaciones del pueblo griego, me gustaría mostrar mi repulsión hacia el homicidio, pero quiero dejar claro que ése no es el tema principal por el cual escribo esta entrada (aunque podría).
El objeto de ésta no es otro que admirar la resolución de los griegos a protestar por la injusta situación que están viviendo laboral y social. Y aunque estoy en completo desacuerdo con las acciones de algunos grupos vandálicos, tales como la quema de contenedores y el empleo de la violencia para hacerse notar más entre el gentío, no debe restarse importancia al gran número de manifestantes que se echó a la calle de forma pacífica mostrando al mundo su oposición a que el sistema los trate como a marionetas. Y es admirable su valentía a la hora de protestar porque no todos los jóvenes europeos estamos concienciados de la importancia que tiene rebelarse ante todo aquello que nos parezca injusto y contra un sistema que cada vez más nos está privando más de derechos fundamentales.
Y ésto no ha ocurrido sólo ahora en Grecia. En Francia hace unos años, también los ciudadanos se manifestaron en señal de protesta por la precariedad laboral, sólo que fue en un momento en el que la crisis mundial no había mostrado aún las orejas.

Sin embargo, miro a la juventud española y no puedo sino avergonzarme de pertenecer a ella. El espíritu de rebelión es nuestro país está totalmente mermado. La mayoría de los jóvenes se han acomodado al estado de bienestar y la rebeldía que siempre ha caracterizado a los humanos de relativamente pocos estíos se ha quedado tristemente congelada en la serie televisiva mexicana de Rebelde. El alcohol de los botellones asesina cada fin de semana a millones de neuronas de miles de muchachos y muchachas que se agolpan en los botellódromos de nuestras diversas Comunidades Autónomas y provincias; las pocas que les sobreviven son idiotizadas por la gran cantidad de programas televisivos donde los valores mínimamente morales han sido borrados de la parrilla.
Cuando hay manifestaciones en España, pocos son los que van con un sentimiento de necesidad de rebelión sincera y de deseo de cambiar las cosas. Muchos son los jóvenes que prefieren no asistir a las manifestaciones, y la respuesta mayoritaria ante la pregunta de por qué no van es siempre la misma: ¿Para qué? No va a cambiar nada porque vaya.
Y sinceramente cuando me dan esa repuesta, una palabra me resuena en la mente con total claridad: Imbécil.
Imbécil, porque estamos acostumbrados a que cuando hacemos una cosa, la consecuencia de tal acción sea inmediata. Somo la generación de la tecnología, de la inmediatez. Todo lo que no es rápido es inútil. De modo que actividades tales como leer, escribir, pintar, tocar un instrumento, estudiar, hacer un trabajo -pensar- quedan relegadas a ser sólo cosa de minorías.
Y de éste modo, los jóvenes españoles ante la crisis económica y la situación laboral en España, las cuales nos van a negar derechos como el de tener una vivienda, un trabajo digno, la independencia económica (y por lo tanto también se nos va a negar el tener derecho a formar una familia... que no esté hambrienta y viviendo en la calle, claro) miramos para otro lado. Y cierto, quizá manifestándonos no vayamos a cambiar nada... (desde luego, nada cambiaremos si no lo hacemos), pero al menos exteriorizaríamos nuestro rechazo a que el sistema se esté riendo de nosotros en nuestra cara. Lo más grave de todo es que, no sólo no nos manifestamos cuando se nos avisa de que nos van a joder la vida, sino que nos están jodiendo la vida y nosotros permanecemos inmóviles, apoyando por lo tanto con nuestra pasividad la continuidad de nuestra penosa situación.
Luego está (que esto también es muy triste) las politizaciones de las manifestaciones y el vandalismo como forma de reclamo para que presten atención al mensaje durante las mismas. Que no organicen manifestaciones en contra de la situación el Partido Comunista o las Juventudes conservadoras del PP.. no quieran dividirnos debido a nuestra ideología a los jóvenes, siendo ésta una forma fácil de vencernos y debilitarnos. Que nadie asista a esas manifestaciones. Ante las situaciones de crisis, izquierda, derecha y centro deben permanecer unidos para poder conseguir un mínimo de éxito en nuestros propósitos. Jóvenes somos todos sin distinción.
No seamos, además, tan estúpidos como para liarnos a piedras y a palos en las manifestaciones como si viviéramos en la época de las cavernas. Que sea nuestra voz la que se oiga y no el sonido de cristales rompiéndose y contenedores quemándose (entre otras cosas porque hacer eso es como escupir para arriba y quedarse quieto: esos contenedores y cristales se pagan con los impuestos de los ciudadanos, por lo que estamos perjudicándonos a nosotros mismos). Y sí, sé que para muchos la policía representa la mano de la opresión del sistema, pero atacar físicamente a los agentes de la autoridad sólo puede acarrear problemas al que se lanza ciegamente contra ella.

Es por ésto que admiro a los jóvenes griegos y franceses, y a todos aquellos que de forma pacífica no se dejen amansar por las falsas promesas de que todo irá mejor, que nos quedemos quietecitos en nuestras casas ya que nos ha puesto nuestro amado Gobierno televisión digital con veinte mil canales a cada cual de ellos más estúpido, para que así nos volvamos gilipollas ante la pantalla mientras ellos echan tierra para que no conozcamos los salarios millonarios que cobran a nuestras expensas, ya que no están haciendo nada de utilidad para paliar la situación. Y no sólo me refiero al Gobierno de nuestro país (no me parece de importancia destacar a qué ideología representa, ya que políticos de izquierda o derecha en España son prácticamente iguales, salvo algunas honrosas excepciones), sino a todos los gobiernos occidentales (a los cuales hay que achacarles muchos más males que éste, pero ésos son otros temas) y a un sistema capitalista que se ésta derrumbando por momentos debido a la codicia humana.

Ojalá protestáramos.

Digan lo que digan los Gobiernos del mundo... a pesar de que los españoles permanezcamos pasivos...

Eppur si muove!

Ya hablaré en otras entradas de más aspectos de ésta, mi generación, que marca junto con algunas anteriores y posteriores el comienzo de la degeneración. Ésto tan sólo ha sido la primera parte.




*
La leyenda cuenta que Galileo Galilei murmuró el Eppur si muove (o E pur si muove), que se traduce como "Y sin embargo se mueve", tras abjurar de la visión heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Santa Inquisición. Desde un punto de vista simbólico, sintetiza la tozudez de la evidencia científica frente a la censura de la fe, la quintaesencia de la rebeldía del científico ante las convenciones por autoridad.
Sin embargo en el contexto de ésta entrada, es utilizado para resaltar la rebeldía griega ante el sistema establecido y su negación al inmovilismo, utilizando el sentido simbólico y el literal para ello.


P.D.: Esta entrada fue escrita hace varios días pero no he podido subirla hasta ahora, de modo que la noticia de las manifestaciones en Grecia ya no ocupa la portada de los informativos como antes. De todas formas la situación de injusticia permanece y la lucha de la juventud contra lo establecido es un tema que perdurará siempre... hasta que las personas críticas se terminen. Y entonces el Caos se adueñará de todo (aún más de lo que ya lo hace).


d

14 diciembre, 2008




No es que yo eligiera hacer el Mal,

es que el Mal eligió hacerme a mí.



11 diciembre, 2008

Delirio empírico



La sal se arrastra por los tejados.
Es el almíbar de los vórtices
que crea el caos.

Mi neuroquímica
se desgasta y se frena
en cada viaje de tren que le dedico
a los muertos que están por nacer.

Desangrada por amor,
cubro la arena del camino con hastío.
(Quién iba a decir que la sirena
moriría en la vereda de los besos marchitos).

Mi existencia
se debe a la probabilidad genética,
de ahí que ame las matemáticas.

No me miréis,
que puedo corromper el silencio
con el sonido de quien deshoja sus heridas.

Hoy lloraré por ti,
y por él,
y por todos los caídos
a merced de mi sonrisa.

Soy una coleccionista de cadáveres
entre esmeraldas cristalinas.

La maldad pervive
en mis cromosomas.
Si observas mi estereotaxis
verás el arsénico del que se nutren
mis neuronas,
la belladona y el acónito
que diluyen mis átomos
hasta que los electrones excitados
descarguen la corriente
que tortura mi conciencia.

No sonrías
si se cruzan nuestras miradas.
En realidad me odias desde que existes,
sólo oculto mis eucaliptos
con aroma de manzana.
Tal vez sería una buena pista.

Déjame dibujar espirales
con mi lengua en tu espalda.
Quizá te arranque los fotones del dolor.

Soy elástica, olvídame.

Acaricio el látex
con motivo de hacer viajes astrales
y dejar el sufrimiento
en el plano terrenal.
(Ésas son las únicas veces
en las que cuestiono mi ateísmo).

No te puedo abandonar
porque nunca te dejé laberintizar mi alma
ni arrastrarme en las esferas de cristal.

¿Soy humana?
¡Miénteme!
Hacer estúpida mi existencia
sería deseable.

Visto de negro para que no descubras
mis matices de gris.

Mis dudas.

Dejarlas entrever
sería como lijarme la garganta con un beso.

Mi karma está ensombrecido,
destroza en mil astillas mi destino,
y luego...
mírame si eres ido.
Te aliviaré con mis lágrimas.

La primera de ellas justificará tu alegría,
la dicha de los momentos compartidos.

La última limpiará tu amargura,
diluirá tu estandarte.

...No susurres mi nombre
hasta que me marche...



06 diciembre, 2008

De los celos






"Si le mostramos a un hombre normal

la foto de un grupo de colegialas

y le pedimos que señale a la niña más hermosa

no siempre elegirá

a la pequeña nínfula que hay entre ellas.

Hay que ser un artista,

un loco abrumado por la vergüenza,

la melancolía y la desesperación

para distinguir entre todas al diablillo mortífero.

Y allí está,

no reconocida por los demás

e inconsciente ella misma de su fantástico poder."

(Lolita de Adrian Lyne-1997)







"¡Esta dichosa criatura

se está poniendo imposible!"

(Lolita de Kubrick- 1962)







Tu Lolita





Mi dulce y pequeña niña...


Pensar que eres como las demás me alivia.

Es el refugio del cuerdo que se ha vuelto loco,

del anciano cuando ya no tiene fuerzas

para ser niño.


Libar de mis labios no te reconforta,

te llena de miedos y pesares,

tú, que estás acostumbrada a la luna nueva,

a cambiar el color de tu vida cuando quieres.


Me condeno a mí mismo,

porque aunque fuiste mía,

no eres tan mía como creí que serías.

Tu vida propia me asusta.


Volar contigo siempre es tan dulce...

pero cuando vuelas sola, mis temores se acrecentan

¿no te bastó la jaula de oro que construí para ti?

Querías volar lejos, tanto conmigo como sin mí,

llevar en tu linaje la sangre del viajero

puede ser la maldición que te acompañe en este viaje.


Que continúes escribiendo poemas

sin rima o métrica fija no te hace más libre,

si bien aumenta tu adicción a los versos,

a las odas, las églogas y elegías.


No sabes mirar con los ojos de una arpía,

que te advierten con presteza que peligra tu vida

en cuanto en ellos clavas tus pupilas.

Tal vez seas una amante de Ulises,

sin belleza, contenido, pero con voz

para arrastrar a los barcos de los hombres al abismo.


Si pudiera, alertaría a todos de ti,

bruja cruel y sin corazón

que deja a los navíos del amor a su suerte

cuando en alta mar rasguean sus velas

al avecinarse la tormenta.


Me causa dolor no haber encerrado

en una cajita de metal tu sonrisa

para que se vuelva fría y te devuelva

con sutil indiferencia

todo el sufrimiento que me infligía.


Pero de qué sirve ésto,

si mañana te reflejarás en los ojos de otros hombres

y te olvidarás de que eres un caos mudable

cuando te susurren en la alcoba

las maravillas que les has hecho sentir.


Ángel y demonio,

Lolita insaciable que Kubrick

nunca pudo retratar,

por no alcanzar a su imaginación

criatura tan malvada.


Una vez impresa en un corazón,

nunca dejas de ser amante.

Déjame prevenir a los hombres de ti,

de tu risa, de tu ingenio, de tu astucia...

déjame que te odie, déjame que te quiera,

que te atornille a la cama lastimera

y robarte el corazón, una pulsera,

salivarte hasta que el sol te prenda,

quemar a fuego tu risa,

tu ingenio, tu astucia,

ardiendo en tu propio infierno terrenal

mi dulce y pequeña furcia...







"Me vuelve loco la doble personalidad

de esta pequeña ninfa.

Tal vez de todas las ninfas.

Esa mezcla de una soñadora ternura infantil

y cierta temerosa vulgaridad."








—¿Me has echado de menos?

—Sí.

—Yo no. De hecho, te he sido asquerosamente infiel.


03 diciembre, 2008

Tiempo cíclico





Cada día me muero un poco más.
Siento como pierdo vitalidad.
Me asfixio.
Me asfixio dentro de mi pobre existencia
Dicen que los años no perdonan
Y yo siento como cada vez,
voy haciéndome más vieja.
Vacía de energía,
del hálito vital que me hace ser quien soy.
Demasiadas preguntas
y muy pocas respuestas.
Soledad.
La odio tanto como la deseo.
Y la siento continuamente.
No puedo escapar de mí.
Vago entre mundos tan distintos entre sí
que he perdido aquel al que pertenezco
si es que alguna vez lo tuve.
Soy una partícula desorienteda
de las miles que flotan por el universo.
Hueca, rota, vacía, desterrada,
sin dios, patria ni amo.
Permanentemente incompleta.
Alma aislada que se pierde en el universo,
camino hacia ninguna parte.

Do you know the real consequences?


Poema fechado el 24 de Noviembre de 2007






01 diciembre, 2008

Canción dedicada a ese personajillo que vaga por la residencia, me ofrece caramelos de limón y me hace sonreír aunque esté alicaída, a pesar de tener que limpiar la cocina a conciencia debido a la anarquía establecida por sus otros tres compañeros de piso.

Yeah.

29 noviembre, 2008




"Usted es un hombre feliz.
Le compadezco, señor, por ser tan fácilmente feliz.
¡Ya tiene que haber caído bajo un hombre para creerse feliz!
¡Ah!, usted es feliz, señor ¡y qué!
Si usted dijera: Soy virtuoso, comprendería
lo que en esta frase se sobreentiende: sufro menos que otros.
Pero no, usted es feliz.
¿Fácil de contentar, entonces?
Le compadezco, y considero más distinguido mi mal humor
que su felicidad celestial.
Llegaría incluso a preguntarle si los espectáculos
de la vida le bastan.
¡Qué!
¿Nunca sintió ganas de irse, aunque sólo fuera
por cambiar de espectáculo?
Tengo muy serias razones para compadecer
a quien no ama la muerte."
-Baudelaire-

27 noviembre, 2008

Aniquilando el romanticismo



... que no el magnífico movimiento artístico iniciado en el siglo XIX, sino la idea de romanticismo entendida como dice la RAE: cualidad de romántico, definiendo romántico como sentimental y soñador.


Cuando me fui a estudiar a Sevilla, era consciente de que cambiarían muchas cosas en mi vida, aunque nunca pensé que eso modificaría la percepción que tenía de mí misma. Y precisamente, eso es lo que ha hecho.
Pensaba que era una joven romántica, que en ciertas ocasiones valoraba más la belleza que cualquier otra cualidad... Y no.


Cuando me levanto en estas mañanas gélidas de invierno disfrazado de otoño, con el pelo tan frío que parece que estuviera húmedo, sólo se me ocurre vestirme en dos minutos con todas las prendas de manga larga y cuello vuelto que puedan existir en mi armario. Entonces es cuando bajo a la cocina tiritando y me sirvo un
zumo de naranja, para después quedarme anclada en el sillón intentando acurrucarme para obtener algo de calor.
Al cabo de una media hora en la que he estado con la vista clavada en el infinito y el pensamiento en otra parte, es cuando aparece
ese ángel maravilloso en pijama y con el cabello perfectamente arreglado, como si en lugar de dormir se hubiera pasado toda la noche arreglándolo para ese momento, y me hace la misma pregunta de todas las mañanas: Buenos dias. Acha... ¿tengo ojeras?. Ésa es mi compañera de piso.
Y yo le sonrío y le digo que se deje de tonterías, pensando interiormente que cómo una mujer tan bella puede preocuparse por
estupideces como esa.
Entonces es cuando ella se pone a preparar el desayuno mientras yo sigo acurrucada y con los puños cerrados en el sillón y ella comienza a explicarme que duerme mal, que ayer
algún habitante desaprensivo de la residencia puso a las tres de la mañana el disco de "El arrebato",y que no tiene ganas ninguna de ponerse a estudiar ahora, que lo que quiere es dormir, y yo asiento para darle la razón y bajo la mirada. A estas alturas mi ángel matutino ya no necesita corroborar que la escucho obligándome a entablar conversación con ella: sabe que prefiero el silencio.
Es entonces cuando dice esa frase musical,
las palabras más hermosas existentes en todo el mundo que echan por tierra todos los versos escritos de Bécquer, de Rubén Darío, de Shakespeare y cuasi de Baudelaire, más todos los que están por escribir, junto con todas las canciones y novelas creadas:


-¿Te preparo
una tostada calentita?


Y a mí en esos instantes casi se me llenan los ojos de lágrimas y la cara se me transfigura como por arte de magia en una
mueca infantil de ilusión, y aunque por orgullo no quiero aceptarla, antes de que diga nada ya me la está preparando.
Me asalta de pronto la idea de si me estaré volviendo
materialista, si de veras me conmuevo más ante un trozo de pan que ante la representación de una obra de teatro con argumento lacrimógeno. Y entonces me digo a mí misma que no, que la razón por la que amo a esa tostada es porque representan los largos años de cariño maternal, que lo que hecho en falta son esos gestos que me hacían porque sí y que lo que me ocurre es que aquí estoy más sola de lo acostumbrado.


También me vienen a la mente esas noches (sobretodo los lunes) en que llego a casa después de clase exhausta del día. Tras cenar aparto los platos en el fregadero con desgana y pienso en esa máxima agridulce de mis momentos de pereza:
"Ya fregaré mañana", sabiendo que mañana por la mañana hará frío y que no me apetecerá mojarme las manos ni siquiera con agua caliente.
Y es entonces cuando mi ángel, ahora nocturno, me ve con cara de abstracción, hastiación, sueño y cansancio y me dice sonriendo: Acha...
¿cuáles son tus platos, que te los friego?
Y yo intento crear una protesta verbal, llegando a levantarme incluso y a echarla del fregadero para que no lave lo mío porque me da mucho coraje y ella me reprocha: Pero si se te ve muerta.
Quédate tranquila, que bastantes preocupaciones tienes ya, que se te ve con mirarte.
Y de pronto mi afecto hacia ella empieza a adquirir unos peligrosos
matices lésbicos achacándolos al cansancio y a la gratitud de que alguien se preocupe por mí en la casa. Al final me siento con cara de fastidio mientras le digo que esta noche friega ella los míos, pero que mañana yo lavaré los suyos.
Y con esta promesa suelo ir a mi habitación para esperarla a ella para cuando suba y comience a relatarme sus preocupaciones a lo largo del día. Y cuando se marcha a su cuarto a dormir,
mi mente enciende su motor de cuestiones nocturnas entre las que se encuentra el hecho de lo mucho que he llegado a valorar situaciones que antes no valoraba, que cómo han cambiado mis ideas como por ejemplo, de ser para mi romántico el acto de que me regalaran flores a que pase a ser la mayor demostración de amor del mundo que me laven los platos.
Y te planteas que si una idea tan arraigada en mí como la del romanticismo se ha evaporado, lo mucho que todo puede llegar a transformarse.


Aunque quién sabe, a lo mejor no he dejado de ser romántica, sino que por el contrario ahora lo soy más al observar romanticismo donde antes no lo había.
Depende de por dónde se mire...


Y sí, hoy no me apetecía escribir relatos, ni poemas, ni reflexiones ni nada por el estilo, sino contar algo más cotidiano, lo que puede suponer en parte alivio para aquellos lectores que me habéis dicho que lo que escribo es siempre muy denso (¿d=m/v? [Frikada de Física]). Por otro lado me gustaría agradecer el seguimiento de vosotros, mis lectores, tanto antiguos como más recientes, y vuestros comentarios que a menudo suelen enriquecer este lugar.
Se merece una especial mención el señor
Sharif Bujanda (http://sharifbujanda.blogspot.com/) por ser uno de mis comentaristas más activos y antiguos, cuyos valientes pensamientos han destacado siempre por su calidad.


También quiero dar la bienvenida de forma significativa a los que a partir de Septiembre se han incorporado a este lugar.


Y como sabéis, me expreso mejor a través de otras formas de escritura que no sean tan personales, así que no añado nada más, o esta publicación adquirirá una densaidad superior a los 3g/m3.


Un saludo para todos y gracias por estar ahí.


23 noviembre, 2008

La ciudad que callaba

Ella retiró la mano velozmente. Fue la primera vez que le negaba su compañía, aunque en muchas otras ocasiones hubiera sentido la tentación de hacerlo. Se habían acabado las oportunidades.


Esos ojos no eran de este mundo, y ella lo sabía.
Detectaba en su saliva el sabor del diablo, en el humo que exhalaba su malicia, en el modo de acariciarla, su lujuria.
Él la había atraído enredando su aura oscura a la de ella, y tal vez ella simplemente se había dejado envolver sabiendo el peligro que existía en aquellas ataduras, por el placer de sentir el miedo confundido con deseo que experimentaba cuando estaba cerca de él, consciente de que ponía su vida en juego, consciente de ser la mosca que se enamora de la araña que no tardará en devorarla, para más tarde abandonar su cadáver en el río del destino por el que vagan los troncos muertos.


Aquella noche en el cementerio había sido mágica. Frío, sauces y metal. Y el fuego de sus entrañas fundiéndose en la red de mentiras, ante cómplices que no necesitaban ser impelidos a guardar silencio ante la pasión.
Pero se acabó.
Para ella había sido la primera vez que la besaban bajo la luna.
Para él, sólo la rutina de quien sabiéndose manipulador ahoga la ilusión en un cubo de gasolina al que después se le prende fuego.


Y él la había abandonado.


Pero eso no suponía nada nuevo. No para ella. Siempre supo que lo que él sentía no era verdad, que sus palabras eran la retahíla que uno necesita repetir con desgana para conseguir su propósito. Si ella se dejó seducir por su maldad, era porque la necesitaba tanto como el oxígeno. Se había cansado de ser ella misma.


Y sin embargo, contra todo pronóstico no sucumbió a la tentación de albergar al mal en ella, quizá porque en el fondo estaba hecha de impermeable de miradas hipnóticas.


Él supo beber de su bondad. Supo secarse las lágrimas con cobre y los fragmentos de su voz. Supo calmarse con los besos de niña que bordaba para él.
Pero nunca le pareció suficiente.
Quizá se desintegraba por dentro al saber que ella había visto tanto lo bueno como lo malo de él, y aún así, no lo había salvado entregándose con furia ante sus brazos anhelantes.


Él la llamó desde la cama una vez más.
Ella se acercó cautelosa.
Y ante los últimos estertores que él profería, ella los tomó en terciopelo junto con los recuerdos de su juventud en que ambos se rebelaban contra todo lo establecido.
Después lo arropó y lo dejó en la montaña de cadáveres.

...Hacía tiempo que él había muerto...

Y el anhk que colgaba de su cuello se rompió.
"En el principio de los tiempos los hombres utilizaban armas de piedra, que se quebraban con facilidad; pasados los siglos las sustituyeron por utensilios de hierro, que si bien eran mucho menos resquebrajadizos, presentaban la desventaja de oxidarse rápidamente.
Y entonces a un herrero se le ocurrió la feliz idea de crear una aleación de metales que llamó acero. Pero el acero, para llegar a serlo, debe pasar por las pruebas de los elementos: primero por el fuego para fundirse, acto seguido por el agua y el aire para endurecerse y finalmente por la piedra para forjarse. Y por fin se convierte en una espada de acero, la más resistente de las armas."

- Y supongo -dije yo irónica- que la moraleja de la historia es que uno solo se hace fuerte después de superar todo tipo de pruebas.

- Fuerte no. Fuertes lo eran ya la piedra y el hierro -afirmó categórica-. Flexible. Ahí radica la diferencia. No puedes sobrevivir si no lo eres. "



-Beatriz y los cuerpos celestes-

17 noviembre, 2008

Olivar, relato de soledades compartidas de seres desiguales



Me encontré con él después de muchos años, mientras caminaba por un sendero de gravilla delimitado por granados en medio del campo. Sus cabellos se arremolinaban en torno a su cabeza con rebeldía, creando espirales y bucles que no terminaban de encajar con la apariencia sosegada que quería mostrar al mundo. Vestía una gabardina gris, un jersey azul y pantalones negros como sus zapatos. Llevaba un sombrero que le otorgaba cierta semejanza a un detective novelesco, pero no fumaba ninguna pipa.
Claro que no. Él era médico, sabía que eso era perjudicial para la salud, y de todos modos, en el ambiente en el que había pasado la mayor parte de su vida no estaba bien visto. También llevaba gafas como en su juventud, quizá con los cristales más gruesos debido a la vista cansada producida por todas aquellas horas de estudio que, seguro, había pasado encerrado en alguna alcoba de su casa rural.
Sin embargo, no me detuve hasta que casi me di de bruces con él, ávida de encontrar sus ojos y escrutar directamente los secretos que me había estado guardando durante tanto tiempo.
Mi respiración se entrecortó cuando me clavó sus pupilas inteligentes, con ese brillo de ingenio (¿malicia?) mezclado con bondad (¿quizá condescendencia?), no se sabe si ésta era innata o creada por la fuerza a base de máscaras.
Había conseguido lo que se proponía: Había dejado de ser él mismo para convertirse en la persona que siempre había soñado ser.
Pero su expresión, aunque ensayada, no conseguía ocultar el horrible desasosiego que le producía el mantener a su alma encerrada, amordazada, sacrificada por lo que él había considerado correcto.
Me miró evaluadoramente.

-Has cambiado - me dijo con su media sonrisa.
-En cambio, tú sigues exactamente igual que siempre -espeté intentando mostrar un tono de voz duro que pronto se convirtió en un susurro apenas audible, carente de fuerza.

Su sonrisa fue más pronunciada. Entreabrió los labios dispuesto, según estaba previendo, a entretejer las palabras que dieran forma a una conversación superficial y vacua, como la que uno elabora para dirigirse al panadero por la mañana.
Antes de que cualquier sonido escapara de su boca, inspiré y conseguí hacer la pregunta cuya respuesta nunca llegué a saber del todo, aquello que tanto me había dolido durante los años de separación:

-¿Por qué me dejaste sola?

Sus facciones se contrajeron creando una evidente mueca de fastidio entremezclado con sorpresa.
Inspiró hondo, y no me dijo nada. Me miró. Se concedió unas milésimas de segundo para observarme con cariño, con los posos de afecto que había quedado adheridos en lo que le quedaba de corazón. En seguida, sus ojos se mostraron duros.

-Hubieras sido una buena compañera con sólo dejar de luchar por seguir siendo tú misma.

Me quedé perpleja.
Él no se inmutó y continuó hablando:

-El mundo no está hecho para aquellos que van en contra de las normas, que no se agarran a las reglas sociales básicas para convivir. Si no muestras unos patrones de conducta mínimamente aceptables, estás condenado a ser un proscrito. Y yo no quise seguir un camino de soledad, como tú, por más que hubiera sido ese realmente mi camino. La admiración de los demás es muy importante para mí. Es la razón por la que me levanto cada mañana, pensando en qué es lo que haré ese día para poder sorprenderlos a todos. Te gusta el poder y eres, al igual que yo, ambiciosa. La diferencia se halla en que con un poco de práctica, he podido unirme a la masa y ser ahora un icono que brilla entre todos ellos. Sí... no te negaré que me he sentido tentado en muchas ocasiones de apartarme del mundo, de quitarme la máscara y poder tratar a los demás como realmente siento que debo hacerlo, aunque ese trato no sea el correcto. Pero mírame ahora. Sólo un poco de hipocresía y he llegado a ser todo un ídolo. En cambio, mírate a ti. Siempre tan complicada, tan encerrada en ti misma que no dejas que te vean los demás. Estás sola, sola de verdad y eso te lo has ganado a pulso gracias a esa actitud de ser tú ocurriera lo que ocurriera. Me vas a decir que te cuesta mucho dejar de lado tus dudas y sonreír un poco al que pasa por tu lado, aunque ni siquiera te importe...

-No sé quién está más solo de los dos. Si yo con mi compañía, o tú rodeado de tantas personas que, sí, se lanzarán para cubrirte si tienes la desdicha de que un coche interfiera en tu camino, pero jamás te comprenderán como lo podría haber hecho yo, si me hubieras dejado una oportunidad.

-Nuestros caminos hace mucho que se separaron, no le llores ahora a tu muerto. Déjame seguir con mi vida, no te he necesitado nunca, jamás pensé en ti en todos estos largos años. Te me apareces ahora reclamando un lugar que nunca te perteneció porque yo no quise dártelo, a pesar de poseer todo aquello que te hubiera hecho acceder a él sin reservas. No te cruces ahora en mi vida para recordarme lo que pasó, como si fueras mi conciencia... Déjame volver a casa, quiero estar solo.

Me aparté de su camino y me hice a un lado.

-Tranquilo -susurré- ya estás solo.

Y él continuó su camino, levantando el polvo con sus pasos firmes y decididos.

Tenía razón, él era un triunfador, un conquistador del día a día... Desapareció en el horizonte antes de que pudiera dedicarle un último pensamiento.

Cayó la noche.

Y cuando ese día, aquel hombre ya maduro llegó a su hogar, silencioso como de costumbre y puso las llaves en la cerradura y entró en casa, se sentó en su desvencijado sillón, se quitó el sombrero...

Y entonces encendió su pipa.