Lo mastico despacio.
Inspiro el aire que tiene un leve deje
a jazmín y naranja.
Me miro al espejo,
y hoy, sólo hoy,
me devuelve la mirada
una muchacha de apariencia tranquila,
vivaz, y por primera vez
en tantos días,
me parece un poco hermosa.
No con la belleza fría
de las cremas y los tintes,
sino con la serenidad de quien tiene en su piel
el aroma de las flores
y deja tras de sí una estela de frescor azul.
Abro los brazos y echo a correr
en una calle asaltada por crisoles recelosos.
No me importa lo que la gente piense.
Cierro los ojos permitiendo
que la brisa esparza mis cabellos.
Estoy sola.
Sola, conmigo misma.
Y no puedo evitarlo...
y una sonrisa clandestina se prende en mi rostro.
2 comentarios:
No estás sola...
Quizá sea un cliché adquirido en el Medio Oriente, pero me gustan las chicas con aroma a flores, en especial a jazmín...y si sonríen clandestinamente, es que su soledad es solo un destello pasajero en el espejo.
A veces la mejor compañía es uno mismo.
Un abrazo.
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