10 agosto, 2008

Decirlo todo... o nada en absoluto





Hace mucho que me siento seca. Las situaciones que ocurren a mi alrededor son tan… sí, emplearé esa palabra que tanto me gusta: caóticas.
A veces siento que formo parte de un juego. No sé cuáles son exactamente las reglas.
Tengo miedo cuando observo cómo la vida me hace regalos, a sabiendas que pasado un tiempo, volverá para quitármelos.
No puedo hablar ya del destino, porque ahora soy consciente de que las personas nos hallamos ante un abismo permanentemente, sin redes para sujetarnos si caemos; somos nosotros quienes construimos puentes para llegar al otro lado o quienes inevitablemente tropezamos y somos absorbidos por la más oscura negrura.
Ante este hecho, la libertad me sabe amarga a la par que increíblemente dulce.
Saber que estoy sujeta a todas y cada unas de las decisiones que tome, que ya no soy una niña, que he tomado conciencia de que el destino no existe a pesar de que me hubiera gustado poder creer en él, que tengo los dados en la mano y que puedo decidir si hacer o no una tirada que, por azar, determinará mi suerte.
Sigo siendo joven, inmadura a los ojos de muchos con seguridad, pero tengo ahora la mente más despierta y, en unos pequeños raptos de nostalgia, me apetece que neuronalmente vuelva a estar dormida para poder perderme cinco minutos más en un mundo de onírica fantasía en el que hasta Dios existe.
Me apena saber que ya no creo en el valor intrínseco de los actos, ni de los pensamientos, ni de las palabras. Que todo es polivalente, que la unidad no existe, que el valor es algo tan subjetivo que todos podemos deformarlo a nuestro antojo.
Quizá en parte escribo esto porque estoy desencantada y quiero tener algún medio en el que poder observar lo que pienso, para no caer en la tentación de volver a mi mundo de sueños, para no volver a ser como muchos me han llamado la “eterna princesa”.
Llegados a este punto he de confesar que no sé cómo salvarme. Y no lo sé porque para mí no existe salvación posible.
Me veo obligada a tomar un camino, mientras el tiempo transcurre impertérrito, sin detenerse a pensar en las criaturas que hace nacer, crecer y morir a su paso.
Me siento ahogada por el tiempo. Noto un nudo que me atenaza la garganta y no me quiere soltar.
Si soy aún joven, si aún me queda todo por hacer, debe ser natural el sentir temor sabiendo cuánto me queda para tenerlo todo hecho. Y que tenerlo todo hecho pierda el encanto.
En ocasiones me comporto como un ser pasivo, porque así quizá el tiempo avance más despacio, pero como es obvio no lo hace y entonces me abruma la sensación de haber malgastado el paso de los días.
Quizá quiera hacer demasiadas cosas, quizá quiera hacerlo todo y, sin embargo, nunca encuentro el modo correcto de realizarlo.
Y no me consuela saber que la corrección no existe.
Quién sabe. Tal vez, aún me agarre a las falsas ilusiones de lo absoluto de una forma inconsciente.

Vaya pérdida de tiempo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay algo de bueno en que la Verdad o bien no exista o no esté al alcance de nosotros: Existen "verdades", con minúscula y en plural que son facetas de la otra, en mayúscula y en singular. Y te digo esto por lo de las decisiones, pues eso nos permite ser en cierto sentido libres. La libertad da miedo porque todo tiene consecuencias (buenas y malas) pero la habilidad de ser libres hay que ejercerla siempre y de esa manera uno aprende a hacerlo cada vez mejor. La responsabilidad lejos de ser una atadura es una guía para llegar más lejos.
O quizá todo esto solo sean patrañas.
Sonríe, bienvenida de vuelta.

Fortunato dijo...

Buenas!
Tenia la tarea de pasarme por tu blog y la he cumplido, creo yo... como temia, escribes divinamente bien (a diferencia de otros T__T)
Mmm.. yo tomo las decisiones y lo que pase, pasó, digo yo que siempre se podrá rectificar y, ademas de los errores se aprende... tambien te queda la opcion de la inaccion aunque dudo si es una opcion..
En fin, tiempo al tiempo...

Saludos!

Anónimo dijo...

Pérdida de tiempo... Siempre he considerado que algo tan importante como el tiempo solo puede perderse... Quitando acotaciones sobre un modo u otro de hacerlo... que no dejan dejan de tener la más mínima importancia.

Pero hay algo que si puedo decir... Ya que el tiempo es sensación. Y toda sensación, irrepetible junto a un contexto. Y ya que la vida es voluble, quizás la mejor forma de perderla es llevandote con ella toda experiencia sacada de su tiempo y momento... Cuando más pura es... Antes de que el mañana la trasforme siempre a mejor mediante memorias que no van más allá del arte del recordar y juzgar... Algo para lo que.. irónicamente... Siempre habrá "tiempo"...

La foto sabe mejor cuando haces clic y la lluvia cuando te mojas...