23 diciembre, 2008

Generación del 90 (II)





Los inquietos



"La curiosidad mató al gato"

Si bien en la entrada anterior exponía el modo de actuar que tiene la mayoría de mis congéneres, y creo que he dejado bastante claro lo que pienso, me gustaría sin embargo dirigir ahora mi vista hacia la minoría, aquellas personas que parecen estar en la sombra pero que afortunadamente existen a pesar de que en esta sociedad se las quiera ocultar y privar de un lugar en ella, por el mero hecho de no seguir a la masa.


Me refiero a los escépticos, a los curiosos, a los que no se conforman con aceptar lo que se les ofrece porque quieren lo mejor y no sólo lo deseable por la multitud: los inquietos.
A pesar de que en ocasiones me embargue un sentimiento de desesperanza, porque son pocos y la mayoría de ellos no se conocen entre sí, llegando ellos incluso a pensar que quizá no haya nadie como ellos, sé existen y eso me hace sonreír.

He tenido la inmensa fortuna de encontrar a lo largo de mi vida a algunos, y son personas excepcionales. Nunca cumplen un estereotipo determinado, nunca tienen por qué tener una personalidad que se asemeje a la de otros, siendo a veces lo único que les une el mero hecho de ser reflexivos, de haber nacido inconformistas y de ser ellos mismos aunque no encajen entre sus iguales de la multitud. Se puede decir que no sólo son personas únicas que destacan entre la masa, sino que además, no se confunden con otros inquietos porque brillan con luz propia. Individualismo extremo frente al grupo de forma natural.

Ellos poseen los valores humanos de los que carece el conjunto, se aferran a sí mismos con desesperación y soportan los golpes que da la vida con obstinación, volviéndose más escépticos tal vez por ello, pero sin dejar de creer en que al menos, no van a dejar de ser ellos mismos por sufrir. Y yo no puedo hacer otra cosa sino admirarles.

Muchos tienen una visión pesimista de la vida, un descontento generalizado quizá debido a soportar la enorme carga que la soledad supone. Se sienten abrumados ante la degeneración de la sociedad, cada vez más desprovista de calor humano, cada vez más estúpida, cada vez más animalizada… más vacía.

Y sin embargo, se enfrentan al día a día, se resisten a ser como los demás no por el deseo de destacar sino porque están convencidos de que los demás se equivocan, de que los valores que muestran no son realmente los que importan a pesar de estar asumidos por todos, y que no por el error ser más repetido se convierte en correcto.

Son la razón de ser de nuestra generación.

Por ellos escribo todo esto, porque estáis ahí, sé que estáis ahí os conozca o no, porque a pesar de que haya enormes campos de trigo, siempre aparecen intercaladas en ellos amapolas de un rojo sangre que no pueden ser ignoradas, porque han nacido para ser diferentes, para ser únicas y ser individualmente excepcionales, luchando siempre, como dice bajo el título de este blog, para no ser absorbidos por la tribu, porque han decidido pagar el precio de ser ellos mismos pase lo que pase.

Si leéis esta entrada y tenéis la suerte de poseer una mente inquieta os animo a que os encontréis entre vosotros, que no os dejéis abatir por la inmensidad de la masa, porque entre ella, escondidos, hay otros inquietos que se preguntan si existirá alguien más como ellos y que se sienten solos al creerse perdidos en un mundo de sinsentido.

Somos pocos, pero somos.

… Y seremos …





2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por suerte algunos de esos inquietos que creemos estar solos nos llegamos a conocer por obra del a veces benevolo y a veces cabron destino.
Conocer inquietos siempre ayuda a recobrar un poco de esperanza en la humanidad, y aunque solo se conozca a uno cada aproximadamente 5 años merece la pena.
Yo desde luego ya tengo mi ración para aguantar un lustro mas ;)

Anónimo dijo...

Algo explota mi mundo interior a causa de los no seres, aquellos que escribís comentarios de verdadero carácter inverosímil debido a las "fantásticas"
"personalidades inimitables" que de lo más hondo de vuestra imaginación exteriorizais, y tal de vuestras personas creéis.