09 octubre, 2009

POEma en el sepulcro



El diablo descansa en mi mesilla de noche
mientras arranco con las uñas los clavos de la pared
y se deslizan por mis dedos ríos sangrientos
que se confunden con el óxido del metal
que me incrusto impune en las muñecas.

Un gato maúlla a lo lejos.
¿Tan pronto se ha terminado el vodka?
El violín polvoriento se queja en la pared
porque no tiene dueño
y tristemente para él,
ya terminaron sus escarceos por el Duero.

Un cable de alto voltaje me recorre la espina dorsal
¿es latón lo que me recubre el alma?
Soy un engranaje más en la máquinaria diabólica
de esta habitación fantasma.
Soy un orgasmo virtual.

La madera cruje en la oscuridad del día
y yo sueño con vampiros en la noche,
con lamentos de ánimas sin descanso
y huellas de desalmados caídos.

Estoy enamorada del arsénico
y le agradezco que me lleve
poco a poco a los brazos de la muerte.
Eso sí será un amor eterno.

Con doce cilicios clavados en la espalda
y una alambrada desgarrándome la piel,
me rindo y sonrío macabra,
me trago todas las telarañas.
Y aún muero de sed.

Amanece y mi cama es ceniza,
en polvareda metamorfosean mis sueños
y mi cadáver se ha convertido en piedra.

¡No me lloréis, malditos!

No hay comentarios: