12 abril, 2009

Inercia.



Hoy tengo ganas de no cambiar el mundo.

De entrar en la sala y respirarte
de beber las gotas de rocío de tu espalda
y reclamar las botellas de cerveza vacías que se agolpan
en la montaña de plásticos rotos y asexuados.

Hoy trazo caminos en tus brazos con el polvo de los ladrillos
los afluentes que nacen en tu frente serpentean
por las indescifrables sendas señaladas con carteles
que muestran lo que es correcto y lo que no lo es.

La madera muerta cobra vida en tus manos,
será quizá la desidia del metal que se electriza
entre el óxido de luceros en la bruma de las pardas briznas.

Son látigos que no callan,
deseo y miedo, hermanos gemelos del mismo cuento
y batallas que no avanzan en los mares del silencio
de respiración agitada y ojos brillantes y luminosos
que en los goznes de las ventanas guardan sus secretos
de aureolas rosadas captadas en el momento.

No sabemos si somos verdes o negros,
ni de qué color pintar nuestra bandera
porque no tenemos patria y sólo somos dos difusas tierras
a veces salpicadas por riachuelos, burbujas, carmín
o espuma duermevela .

La cúpula cierra el círculo con rejas férreas,
el mármol enfría lo que el símil de sol anaranja.
Agotamiento azul y grises persianas echadas,
el pájaro se está durmiendo tras la ribeteada escala...
...y ya el día se está muriendo.

Escrito el 16 de Marzo de 2008

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