03 octubre, 2012

Despedidas y comienzos


Soy de naturaleza nómada. Si me quedo demasiado tiempo en un sitio, este tiende a asfixiarme poco a poco y suelo tener la imperiosa necesidad, tarde o temprano, de salir de allí. He vivido en distintas ciudades y distintas casas. Algunas me aportaron bastante; otras, casi nada. Casas y ciudades, indistintamente.

Suelo decir, por todo esto, que mi hogar no está en ninguna parte. Mi hogar soy yo y algunas de las personas a las que quiero. Mi hogar no es un sitio específico, no está ligado a una forma, a un nombre o a un color, sino a cosas mucho más abstractas. Por eso cambia a menudo de lugar, está aquí y allí, en varios sitios a la vez, y otras veces, en cambio, en ninguno.

Hoy me he despedido de una casa. Una casa simple, con paredes y techo y puertas. Una casa parecida a otras en las que he vivido y diferente a otras tantas.

Sin embargo, sé que esa casa en parte era un hogar. Por todo lo que allí ha pasado, por todo lo que me ha tocado vivir no sé si por la vida o por el lugar o un poco por todo...

Sabes que abandonas un hogar, sea este una casa, una persona o cualquier otra cosa, porque cuando te vas se queda algo de ti con ella.

Hoy he perdido algo, porque algo de mí se ha quedado con esa casa. También algo he ganado, porque algunas cosas de las que quería deshacerme también se quedarán con ella, o eso espero.

Y ahora tengo una leonera, mi leonera, llena de cajas y una fontanería que da pena, esperando a que pueda hacer algo con ella y, quién sabe, tal vez pueda convertirla con el tiempo en un pedacito de hogar.

1 comentario:

Ehse dijo...

Es una sensación extraña, esa sensación de necesidad abandonar un lugar, una casa, una ciudad... y al mismo tiempo esa "morriña" del lugar que abandonas. Como si estuvieses siempre desubicado, como si no pertenecieses ni a aquí ni a allí.

Un saludo!