19 junio, 2009

Del por qué no seré nunca una señorita



Ya sé por qué
nunca seré una invitada más a un salón de té
junto con otras chicas
que intercambian confidencias con celeridad y elegancia,
consiguiendo hacer resonar sus risas
en las salas de atmósfera dulzona o amarga,
mezcolanza de perfume de femme y humo de tabaco rubio,
con el filtro manchado de carmín rosado
que se refleja en el rímel de sus largas
y perfectas pestañas, que ensalzan, altaneras,
la importancia de la inversión del tiempo
en la belleza, en polvo de ángel para el rostro
y collares de perlas de plástico
y vestido de lunares:

porque soy la mujer de la cerveza
a las cinco de la tarde,
de pelo revuelto
y uñas mordidas y malpintadas,
que se ausenta tras un libro
o se ahoga entre la espuma
que rebosa de la jarra.


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