El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu.
Si lo intentas, a menudo estarás solo y a veces asustado.
Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.
28 febrero, 2011
¡Preguntas, preguntas!
24 febrero, 2011
Diario de Autismo de la Bruja Novata (IV)
21 febrero, 2011
El pequeño Jack sigue buscando hogar



19 febrero, 2011
La rutina de Marlene
Y aquí nos ves, hechos trizas. Drogados a base de humo y cenizas, de canciones que emergen en silencio desde el profundo abismo de nuestras sinapsis, mientras un gato sarnoso se pasea por la mesa olisqueando nuestra pequeña colección de licores de sobremesa. Y poco nos importa.
Él está sumido en sus letras y yo apenas alcanzo a verle por el denso humo que nos envuelve. Antes nos sentábamos juntos. Sin embargo, dejamos de hacerlo hace tiempo y ahora nos sentamos enfrentados y separados por una mesa. La firma de nuestra derrota.
A menudo me extasío en fantasías imposibles. Sueño con que un hombre nuevo –el mismo hombre con el que estoy, pero nuevo… no sé si me entienden y no espero que lo hagan- me saca de aquí y me lleva muy lejos. Que bebemos y fumamos a copas y manos llenas, hasta terminar en una cama donde nos sorprenden las primeras luces del alba. Soy una romántica, lo sé.
Y es esta escena de decadencia y vacío una escena romántica. Donde él se refugia en su máquina de escribir y yo me encierro en mis pensamientos y no dejo de preguntarme qué será lo que él anda escribiendo. Ningún poema de amor, seguro. Escribirá una larga y penosa historia, o un poema amargo y desleal, en el que dirá cuán desgraciado se siente con su vida y conmigo, y cuando yo le pregunte el por qué de esa inspiración, me negará lo evidente y me dirá que no todo lo que escribe es autobiográfico.
Cojo el periódico que compré hace dos semanas y le echo una ojeada. Este es el tipo de gesto que distingue a un lectorzuelo cualquiera de un verdadero lector. De un lector adicto y compulsivo. Leo por puro vicio. Me da igual que ya sepa lo que pone en esas páginas. He abierto ese periódico varias veces en estos días, unas dos veces diarias, porque la mayoría de mis libros se encuentran exhaustos y ahítos de tanto quemarlos con mis retinas. Y, al fin y al cabo, este periódico sólo tiene dos tiernas semanas.
Mi compañero se levanta y se dirige al cajón de uno de los muebles de la entrada, de dónde saca otro paquete de cigarrillos. Ya no soporto su compañía. Ni él la mía. Nos hemos agotado hasta la extenuación. Con este gesto sólo me demuestra su amor por la frivolidad. Siempre odié la jodida frivolidad y él es la persona más jodidamente frívola que conozco.
Me asquea el mero pensamiento de la cantidad de humo que ahora mismo estará invadiendo su garganta y sus pulmones. Nunca le encontré la gracia al alquitrán. Preferiría chupar cualquier otra cosa. Soy así de zorra, qué le vamos a hacer.
Cuanto más le miro, más cuenta me doy de todo lo que le aborrezco. Fuimos dos ángeles en su tiempo y en lugar de dedicarnos a volar, nos arrancamos las alas mutuamente, con saña y regocijo, hasta agonizar de dolor y revolcarnos por el suelo en nuestra propia sangre.
Así es el amor, que no os engañen. Una jaula sucia en la que sólo puedes esperar morirte poco a poco y, con algo de suerte, pillar la rabia o pudrirte de cáncer.
18 febrero, 2011
Una de las muchas viñetas ingeniosas de Alberto Montt
17 febrero, 2011
Cuando ser un moderno antisistema te convierte en gilipollas
Como bien sabéis, y he repetido hasta la saciedad en este blog, si hay algo con lo que no puedo es con la estupidez.
Existen muchas clases de estupidez, algunas tan antiguas como el ser humano. Sin embargo, a mí me preocupa una nueva forma de estupidez que se está propagando por las poblaciones humanas a marchas forzadas. Se trata de una especie de ideología new age antisistema que no es más inteligente que aquella otra que nos venden los gobiernos y las grandes empresas para tenernos atontados.
Podría hacer una entrada sobre esto, pero creo que me centraré en el motivo por el cual me he animado a escribir.
Veréis, estoy suscrita al periódico Público en Facebook, al igual que estoy suscrita a otras fuentes de información. Pues bien, hoy al iniciar mi rutina diaria de leer las noticias del día me he encontrado con esta noticia en el anteriormente nombrado periódico.
“Tráfico promoverá que los menores puedan conducir acompañados.” El menor tiene que tener aprobado el test teórico y haber dado al menos 20 clases prácticas.
Podría comentar que esta decisión me parece un auténtico atropello, además de resaltar los intereses económicos que están detrás de esta medida, pero no he venido a proclamar mi opinión sobre ello, sino a mostrar mi estupefacción ante un comentario hecho por un tal David Díaz.
El comentario vino al punto de que algunas personas, yo incluída, nos manifestábamos en contra de esta medida porque nos parece irresponsable.
Su comentario fue éste:
“Pareceis borregos hablando. Os guiais segun salen las noticias en televisión, la mayoria en estos momentos de los accidentes de tráfico estan causados por adultos de mas de 30 años. Osea segun vosotros tienen el deber de trabajar aportando dinero al estado pero no tiene derecho ni votar ni conducir, conduciendo podrian optar a mas puestos de trabajo, ya que hay bastante en el que el carnet de conducir es necesario. La mayoria de los chavales de 16 años son mas inteligentes y mas espavilados que cualquiera de los que andais por aqui diciendo burradas y frases sin sentido. Osea que un joven comete un crimen, sale la noticia en televisión durante meses os comen el cerebro y ya todos los jovenes son criminales, super inteligente por parte de un adulto el ir generalizando, aprende de los demás paises que nos llevan 200 años de ventaja.”
Amén de las faltas de ortografía como “espavilados”, “osea”, la escasa utilización de tildes y la mala redacción, hay que ponerle a este muchacho los puntos sobre las íes.
En primer lugar, lo cierto es que me esperaba que la gente estuviera a favor de esta medida y afortunadamente no ha sido así. Es extraño que la gente se manifieste con responsabilidad en nuestro país de forma más o menos mayoritaria. ¿Porque el rechazo a esta medida sea más o menos unitario quiere decir que somos borregos? Yo creo que sería más de borregos aceptarla sin más, sin tener en cuenta las consecuencias que se derivan de ella.
El cerebro de un muchacho de 16 años no tiene la maduración suficiente para conducir un coche o para votar. No lo digo yo, lo avalan varios estudios en neurobiología y psicología evolutiva. Si se rechaza el que un muchacho de 16 años pueda votar es porque la corteza prefrontal, aquella que se encarga de la toma de decisiones, el área que básicamente nos hace responsables, no completa su desarrollo hasta los dieciocho años o más. Sólo con esta primera investigación estaría más que justificado que un chico de 16 no coja un coche ni vote. Pero es que además, el área visual-espacial tampoco se encuentra del todo desarrollada. ¿De veras queremos tener más accidentes dejando que los críos conduzcan?
No sé los demás comentaristas, pero personalmente no veo la televisión así que les resulta difícil “comerme la cabeza”. Leo varios periódicos y varias revistas de investigación, por lo que creo que puedo formarme una opinión propia y soy lo suficientemente inteligente como para ver más allá de lo que un periodista quiere contarme –afortunadamente me gusta escribir y nunca dejo de aprender sobre el lenguaje y sus artimañas-.
Estoy de acuerdo en que otras ciudades europeas nos llevan años de ventaja. La mayor ventaja que nos saca Europa es la educación. Una educación que aquí en España no poseemos. De modo que a un muchacho español de 16 años no hay que darle un coche, hay que darle pautas y una educación basada en la responsabilidad y el respeto. No hace falta ver la televisión para ver a la juventud española y lo idiotizada que está. Esto no lo digo ahora, con 20 años, que se supone que ya “soy mayor”. Tengo poemas con 13, 15, 16, 17, 18, 20 años, quejándome de esto y en este mismo blog tengo entradas sobre el tema. Nuestros jóvenes no son criminales, señor David Díaz, son directamente imbéciles –dejando una muy minoritaria porción, por supuesto, al margen-. A un imbécil, ya tenga 16, 25, 47 o 95 años no hay que dejarle un coche sin que antes comprenda algunas cosas. Puede que esos imbéciles de más de 30 años que provocan accidentes en las carreteras fueran jóvenes que a los 16 cogían el coche porque su papi se lo dejaba y conducían por ahí sin carnet –y me consta, porque los he visto en la autoescuela, que los hay a montones-.
Un chico con 16 años no tiene que conducir ni que buscar trabajo, tiene que formarse. No, no necesariamente con una carrera universitaria ni con un bachillerato. No todos estamos hechos para eso y esa es una realidad. Pero que se formen en lo que les gusta, hay muchos módulos en los que aprendes una profesión. Así evitamos tener albañiles, fontaneros… con 16, 18, 20, 25 que no tienen ni puta idea de albañilería, fontanería… ni de ninguna otra cosa. Así es como se evita el analfabetismo.
Eso que pones en nuestra boca de que los chicos de 16 “tienen el deber de trabajar aportando dinero al estado” lo has dicho tú solito, pues no he leído eso en ningún comentario.
Y perdona que te diga, David Díaz, pero no creo que haya muchos chicos de 16 años demasiado inteligentes a juzgar por sus comportamientos los fines de semana –y entre semana-. Habrá unos cuantos que sí tienen la cabeza bien puesta, esos que terminan de formarse, se sacan su carnet del coche a los 18 o algo más tarde, y que saben que espabilado se escribe con b y no con v.
Se ve que tú no fuiste un chico inteligente -ni lo eres ahora, salta a la vista nada más que leyéndote- así que es normal que vivas en tu mundo hippie donde hay que destruir el sistema, acabar con las empresas farmacéuticas que son el diablo a favor de la homeopatía y dejar que los niñatos de 16 vayan por ahí con BMWs.
Y a pesar de todo ello...seguro que conduces, ¿a que sí?
Tim Minchin, el genial músico y comediante australiano luchando contra otros hippies anti-sentido común.
15 febrero, 2011
Espinas sin rosas y sin vinagre
¿Por qué hay que combatir la homeopatía?
14 febrero, 2011
Diario de Autismo de la Bruja Novata (III)
10 febrero, 2011
Un gatito que busca hogar

08 febrero, 2011
Nuevo blog
05 febrero, 2011
Erasmus

03 febrero, 2011
Reivindicación
En su día me dije que ser ciudadana europea era una suerte.
Teníamos Historia, Ciencia, Arte… Cultura;
parecía que habíamos aprendido de nuestros errores
y que ahora la situación no podía sino mejorar.
Cuánto me equivocaba.
Parecíamos colibríes, y en lugar de volar hacia delante
volábamos hacia atrás, sin tener siquiera sus vistosos colores
para podernos consolar.
Vivíamos tiempos en los que el dinero, la ineptitud y el consumismo
se habían apoderado de nuestras almas, cada vez menos humanas
y más instrumentalizadas, a favor de una multinacional barata
que extendía sus alas sobre el corazón de la multitud
y conseguía hacerla llorar.
Pasivos, recluidos en horarios de ocho horas,
nos hacían suplicar por un billete más.
Qué desvergüenza, vender nuestra humanidad
a cambio de la paga extra de Navidad,
sin tener siquiera un contrato que nos garantizara estabilidad,
un seguro médico o un marco de legalidad.
Sobreexplotados, humillados, amargados,
y todavía llorábamos clamando por el dinero,
diabólico invento para podernos manejar.
¿Y qué conseguíamos a cambio?
¿Un coche que pagar en cómodos plazos? ¿Una hipoteca a 50 años?
¿Más dinero que gastar en inútiles trastos?
Y a este sistema lo llamaban neoliberal, no se sabe bien por qué broma macabra
ya que nunca como hasta ahora la esclavitud había sido
tan difícil de abolir y tan fácil de instaurar.
Y ni un reproche.
Mirábamos desde nuestros televisores el genocidio de Gaza,
los crímenes de Berlusconi,
las revueltas en Egipto, y todavía algún gilipollas
mentaba no se qué de las pirámides
y en las calles se rumiaba “qué locos están”
y no movíamos ni un dedo.
¿Para qué –pensábamos- si el daño ya estaba hecho?
La clase media exterminada, engrosando las listas del paro.
La clase alta aumentando y nuestros políticos a manos llenas
les robaban a los pobres el pan.
Qué calamidad, ahora el pensionazo:
cotizamos 35 años y ellos en 8
¡todo solucionado!
Vamos a tener que resucitar a los muertos para trabajar.
¿Y dónde coño están los sindicatos?
¿Por qué hacen una parodia de Huelga General?
¡Si son los primeros que nos privan de nuestros derechos!
Jodidos vendidos sin moral…
¿Y los jóvenes…? ¡Fuera del país!
Eso sí: los tontos que se queden,
que con gente lista no podemos seguir
dándonos la gran vida.
Así que Gran Hermano 24 horas
y los ni-nis en pandilla.
Y ante este panorama ¿qué hacer?
¿Reír? ¿Llorar?
¿Entrar en el parlamento a masacrar?
¿Emigrar?
¿Crear un nuevo Estado?
Yo no soy de las que miran hacia otro lado.
Así que con mis libros en la mano
y una actitud crítica para variar,
lanzaré cien mil espumarajos que digan:
consumir y morir
o vivir y luchar.