Quiero que el viaje sea largo.
Creo que voy por el camino correcto
porque aún no veo Ítaca desde lejos.
(Las promesas de las noches de Ítaca
que no puede encontrar el astrolabio).
Quiero quemar el calendario,
contigo dentro si puede ser
en un reloj de péndulo.
Y que marques mis horas
sin recordarme los días.
Sin música, en silencio.
Nebulosa de Orión.
¿Allí planeabas ir?
Cincuenta grados sureste,
donde me pierdo.
Soy una brújula girando
sin encontrar un magnetismo que me lleve
a buen puerto.
Al norte, llévame al norte.
Allí las heridas duelen menos.
Quiero que el viaje sea largo
a través de un laberinto
y sin mapa
a la espera de hallar el punto ciego
del calamar gigante,
un buque sin marineros
y rezar por que la Tierra sea plana.
Colisionar en un viraje contigo,
y pensar que es un accidente
que por encima de tu hombro vea Ítaca
y cuando te marches, desaparezca
entre la espuma y el oleaje
y sólo quede la luz de una estrella muerta
envuelta en un agujero interestelar.
Y una vez perdida en la más absoluta oscuridad,
entre la nada y el vacío,
recuerde con un súbito aliento
que lo importante no era llegar.
Pero entonces será demasiado tarde...
La aguja habrá llegado hasta el final.
1 comentario:
Inspirador. Bravo!
Un beso.
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