02 noviembre, 2011

La falacia de "ser libre para creer"

Yo antes era una hippie de la vida. Había convencionalismos “bienpensantes” que tenía asumidos como mi propio credo. El que encabeza esta entrada era uno de ellos “cada uno debe ser libre de creer en lo que quiera”. Yo estaba de acuerdo con ello.

Hasta cuasi mis doce años me consideré cristiana. Católica no, porque ni comulgaba con la Iglesia ni estaba bautizada.

Luego estuve coqueteando con el budismo, aunque no cuajó.

Fue a los doce años cuando me declaré atea.

Durante los siguientes siete años, me consideré una atea “tolerante”. Es decir, yo no creía en ningún dios, pero respetaba firmemente lo que otros pudieran creer. Yo era atea como otros eran judíos o budistas e independientemente de eso yo debía tratar a todos por igual y nunca poner en duda sus creencias. Esa es otra falacia que se me ha caído con el tiempo “todos somos iguales”(que no quiere decir que todos no debamos tener los mismos derechos, cosa que no se cumple en nuestro país a día de hoy).

Había una serie de cosas que chocaba de frente con mis ideales: yo trataba igual a los demás, pero los demás no me trataban igual a mí. Eso quería decir que un cristiano podía colgar un trapo rojo con un nenuco dibujado que dijera “Dios ha nacido”, pero yo no podía colgar una pancarta que dijera “Dios no existe” en mi balcón sin que me rompieran los cristales. Los amantes de la Semana Santa sí podían ocupar mis calles para ver procesionar cadáveres sangrientos con su correspondiente madre depresiva detrás, pero si yo quería pasar sin otra pretensión que la de llegar a mi casa, me cerraban el paso y me miraban mal si insistía en proseguir mi camino.

Los escándalos de pederastia y abusos por parte de sacerdotes comenzaban a manchar la buena imagen de la Iglesia y resulta que aquellos que pretendían darnos clases de moral a los demás tenían metidos en su propia casa a un montón de criminales. La Iglesia se ponía de parte de los partidos de derechas y, cuando supe algo de historia, me di cuenta del alcance criminal de la Iglesia situándose siempre de parte de los ideales más inhumanos. Luego hubo percances menores, ya se sabe, el que me llamaran hereje con desprecio y me dijeran que iba a ir al infierno. No es que me afectaran a nivel emocional, más bien a nivel cognitivo, al darme cuenta de que los cristianos de pura cepa me miraban por encima del hombro con una superioridad moral que no se sabía de dónde la sacaban.

Pero lo que me hizo responder a los ataques, a dejarles bien claro a cristianos, judíos y a quien se me pusiera por delante que lo que creía era una soberana gilipollez, lo que me hizo dejar de ser una hippie de la vida y dejar pensar que “todo valía” fue algo que me tocó en lo personal.

Mis padres, que no son cristianos, y que en su día me metieron a mí en un colegio católico, iban a hacer lo mismo con mi hermano.

Mi madre consideraba la religión cristiana como inofensiva e incluso como deseable para la crianza de un niño y eso me hizo afilar los dientes.

Miraba a mi hermano y su mente infantil. Yo había sufrido en mi propia piel el creerme las mentiras y las patrañas de la religión para descubrir desilusionada que no había nada más allá. La de horas desperdiciadas rezando, hablando con Dios, y resultaba que no había nadie al otro lado, nadie que velara por nosotros. Como descubrir que los Reyes eran los padres, pero a un nivel emocional mucho más profundo, ya que para los cristianos, la vida gira en torno a Dios.

Yo no quería que la mente de mi hermano fuera absorbida por monjas y pelagatos ni que, si un día conseguía superar el infantilismo moral en el que te sumerge la religión, como hice yo, sufriera el desprecio de los demás por tener una mente abierta y libre.

Pataleé para que mi hermano fuera llevado a un colegio público, pero como no era mi hijo, terminó en un colegio religioso.

Mi madre me dijo aquello de que si mi hermano quería ser cristiano, que lo dejara, que él era libre de creer lo que quisiera. Y yo le repliqué que defendería que mi hermano eligiera lo que quisiera, con tal de que lo hiciera con plena conciencia de lo que hacía, no que le impusieran un modo de ver la vida desde pequeño para que luego tuviera remordimientos si decidía abandonar esa creencia.

La religión, siempre desea acaparar la mente infantil, pues así se garantiza tener soldados fieles y leales que no la cuestionarán al estar arraigada en su mismo corazón. La religión, que desprecia la ciencia y el sentido común, que hace elegir a un niño entre su fe y su razón, llevándolo a que abandone la razón para abrazar su fe. Y recompensa que lo haga.

Todo el mundo puede creer las mentiras que quiera, pero al menos debe tener la oportunidad de darse cuenta de que son mentiras. Un niño no puede y eso hará que, una vez sea adulto, sea incapaz de ver más allá de sus creencias. Por eso, el adoctrinamiento infantil me repulsa.

Un niño no es cristiano, ni budista ni mahometano, como tampoco es de derechas ni de izquierdas, ni sabe con certeza si va a ser médico o profesor. Un niño imita a sus padres, un mecanismo clave para la supervivencia de la especie que, mal usado por la religión, se convierte en un arma para despojar al niño de toda libertad de pensamiento, condenándolo al marco cosmológico cerrado que le toque creer según la religión imperante en el país en el que haya nacido. Y después, desprenderse de él es siempre doloroso y requiere esfuerzo, porque es más fácil pensar que hay un dios que nos cuida, es bello pensar que si nos pasa algo malo habrá un dios que responda por nosotros y que conseguirá que las cosas nos salgan bien.

Eso, entre otras cosas, afecta a la capacidad de responsabilidad del individuo pues, si todo está escrito y pasa según dios quiere ¿en qué lugar deja eso al individuo, mero instrumento de una divinidad?

Además, si la fe es lo único que se requiere para ser bueno, sin pruebas, sólo fe ¿cómo podría estar mi hermano a salvo de otros charlatanes, como los homeópatas, o los médiums, o los anti-antenas, si lo único que se necesita para que esas cosas “funcionen” es creer en ellas? ¿Cómo podría reprocharle yo a mi hermano que se curara un cáncer con homeopatía, si resulta que consiguió su trabajo gracias a dios y no a su currículum?

El adoctrinamiento infantil es un crimen y priva a la humanidad de seres humanos responsables y razonables, de verdaderos científicos, dificultando el avance a escala mundial.

Cada uno es libre para creer en lo que quiera, pero si lo hace, que sea capaz de responsabilizarse de las consecuencias que ello acarrea.


7 comentarios:

Unknown dijo...

Maravilloso ;)

harazem dijo...

Borges, la cita preferida de los pedantes, fue más allá:

Como en los sueños/
ni siquiera el vacío:/
detras de las Altas Puertas/
no hay nadie./
Como en los sueños/
detrás del rostro que nos mira/
no hay nadie.


!Uf! Debe ser el calor de los trópicos...

As de picas dijo...

Muy bueno, y totalmente de acuerdo. Yo también dejé de creer en Dios sobre la misma edad más o menos, y he acabado pensando igual, que en la educación de los niños la religión no debe meter mano así como así.

Un saludo desde Sevilla.

fidel dijo...

"Que la vida es un sueño,y los sueños ,sueños son".Don Pedro Calderon de la Barca.No tenemos la minima idea en que estamos metidos,y a pesar de toda la tecnologia a nuestro alcance,no lo sabremos nunca, por mas que los filosofos elucubren teorias y Stephen Hawkings en su ultimo libro nos explique ,que el Big Bang,se genero espontaneamente surgiendo una inconcebible cantidad de energia ,que no existia ,en una singularidad que dio origen a los multiples universos, y que en este mismo instante se siguen multiplicando ad infinitum.Una teoria que es buena mientras no se demuestre lo contrario.El limite de nuestra comprension es la capacidad limitada de nuestro cerebro,no podemos pasar mas alla.La facil explicacion de un mundo en dos dimensiones,cuyos seres jamas podran demostrar, dado su concepto dimensional, que pueden existir mundos de multiples dimensiones,lo mismo nos pasa a nosotros sujetos a leyes fisicas de este universo en particular.

Anónimo dijo...

Hacía muchísimo tiempo que no comentaba en tu blog, ya que la mayor parte de las veces me limito a leerte, pero esta vez tenía que hacerlo (no me puedo morder la lengua cuando sale el tema del adoctrinamiento religioso).

Los argumentos que das sobre por qué un niño no puede ser considerado cristiano, budista, etc. me parecen del todo acertados, a cualquier persona que utilice un poco el sentido común se lo parecerían. Sin embargo, me quedé sorprendida este fin de semana cuando, al acudir a un bautizo cristiano, escuché a un cura explicar por qué los niños deben ser educados en la fe desde que son pequeños (cuanto antes mejor); según este señor (que, por cierto, no paraba de decir sandeces una detrás de otra) "si a los niños los tenemos en las escuelas para educarles, por qué no íbamos a hacer lo mismo con la religión cristiana, tan importante para formar personas de provecho" jaja (casi se me escapa la carcajada durante el discursito).
Y es que no quiero resultar prepotente, ni agresiva, soez, etc., pero me cansa el "argumento" en el que se da a entender que los ateos / librepensadores / agnósticos son unos seres sin escrúpulos carentes de principios éticos y de moral.
Reconozco que parte de mi vida (disculpa que me ponga como ejemplo) me he regido por los valores de la religión cristiana, porque mis padres me los inculcaron y no tenía otros...pero a medida que ha pasado el tiempo me he guiado más por el instinto y los propios valores que han ido surgiendo de mi relación con las demás personas, sin más.
Vamos, que el tufillo de superioridad moral que destila el cristianismo es patético.

Enhorabuena por tu blog y sigue haciéndonos pensar Sapere.
Me despido con un cordial saludo >:)

Josefo el Apóstata dijo...

Enhorabuena. Lo has bordado.
A mí me "educaron" en colegio de pago, de curas viatores, solo que Franco todavía vivía y coleaba. La diferencia con tu experiencia educativa es que entonces lo que se ponía encima de la mesa para adoctrinar era, más que la esperanza y la recompensa, la culpa, el miedo y el castigo. Era auténtico terrorismo institucional.
Lo que me sacó de la doctrina y de la fe, aunque yo creo que nunca la tuve, fue la necesidad de dejar de pasar miedo y de huir de la obsesión por el sexo culposo, otra de las especialidades del catolicismo.

Anónimo dijo...

Yo soy creyente, pero creyente solamente, creo que hay un Dios, creo que la biblia es un un libro que tiene una filosofía de vida que puede serle útil a la sociedad, por su amor al prójimo y demás, pero nada más. La biblia es un libro, la cual deja muy en claro que fue hecho por hombres, y como el hombre es... Vamos a decir imperfecto, pues no me creo todo lo que dice.

Dejando eso de lado, pos a decir verdad, estoy 100% de acuerdo contigo. No podemos imponerle nuestras creencias a un ser tan inocente como lo es un niño. Pero tampoco es que lo dejaremos deambular por un mundo tan peligroso como el actual, para que valla a escoger quien sabe que modo/filosofía de vida. En mi opinión, el asunto esta en educarle, enseñarle que es correcto y que no, desde un punto de vista del bien común (dígase el bien para uno mismo, los demás y la sociedad). Una vez educado considero pertinente demostrarlo que es lo que tenemos en la lacena, enseñarle las distintas religiones, filosofías, partidos políticos, incluso preferencias sexuales! Y enseñarle cada una sin pelos en la lengua, para que este sea capaz de elegir por si mismo. Porque puedo decir por experiencia propia, que es muy desagradable estar en desacuerdo con una ideología, y que por lo que te enseñaron de pequeños, sientas un ligero remordimiento al ir en contra, aún sabiendo que está esta mal.

Abrazos y besos desde Rep. Dom., y debo decirte que te has ganado un fiel lector, recién hoy descubrí tus blog's (tienes muchos dicho sea de paso xD) y aunque solo los pude ver de reojo, me gusto tu forma realista de expresarte. Pues nada, te iré leyendo a medida que la Uni., me lo permita.