10 septiembre, 2012

Encrucijada


Es realmente poético que ésta sea mi entrada número 500.

¿Casualidad?



Y así pasan los días,

con la sensación de que cada decisión

que vayas a tomar

conseguirá dolerte un poquito más

que la anterior,

haciéndote insensible a tu alrededor

y dejándote el corazón hecho trizas.


Vivir es esto de lo que te habían protegido

durante tanto tiempo,

ahora puedes entenderlo.


Y sí, te atrae el acantilado

casi tanto como una cuchilla,

no puedes evitarlo

sólo te queda como antaño

elegir si continuar el libro

o darlo ya por terminado.


Cansada de vivir a los veintidós

quién vas a ser dentro de un año,

llegarás viva a los veintitrés

y si lo haces, ¿te gustará lo que ves?


Por eso te pones tantas trabas,

por eso la vida siempre es tan complicada

quien esté a tu lado te hará daño

y quien no esté...

quien no esté, también.

Aunque peor que estar solo

es ser mal acompañado.


Podrás soportar tanto dolor

sin venirte abajo.


Cómo lo harán los demás

para seguir respirando.


Si reniegas de dios,

de la convención,

de las fechas del calendario,

qué te queda para seguir respirando.


Sólo el humo del cigarro,

¿y si te lo quitan?

No habrá forma de acortar tus días.

¿Merecerá la pena escribirlos, acaso?


Si te leen la tristeza en los ojos

hacia dónde vas a mirar,

quién te va a curar,

cómo vas a aguantar.


Es terrible cuando llega el momento

en el que ya sólo te inyectas vida

para calmar el síndrome de abstinencia,

y así huir de la angustia existencial.


Y si era este el secreto

que estaba guardado desde hace tanto tiempo,

que sólo queda el sufrimiento

y sólo con fe puede ignorarse

para seguir caminando.


¿Se puede vivir de escepticismo,

te puedes morir de pesimismo?


Ellos tienen ya bastante con lo suyo,

tú, con lo tuyo,

¿hacia dónde vas a caminar?


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