Si pudiera, rompería a llorar de asco al ver cuán traicionero puedes llegar a ser. Vaciaría mi estómago, caería de rodillas y arañaría el suelo de rabia, al igual que lo arañaba a los dieciséis hasta sangrar, cuando aprendí a gritar en silencio, con el mismo odio, con el mismo fuego corroyéndome las entrañas. Te miraría altanera, sabiéndome súcubo y pasto del mismo infierno, pero infinitamente mejor que tú.
Arrancaría a todos los bufones sus máscaras, se acabarían los bailes de luces, y la música embriagadora quedaría ahogada para siempre entre el estrépito de mi sangre burbujeando, derritiéndome la piel y haciendo de mí una gorgona terrible.
Sabiéndome oscuridad, iluminaría todos los rincones de la tierra, del firmamento, del mar y del angosto universo que nos rodea, donde los diablos no pudieran esconderse ni adoptar extrañas figuras.
En ciertos momentos la mentira, la hipocresía pueden llegar a ser peligrosas. ¿Hasta qué punto sabe quien tengo en frente hasta dónde puedo llegar a ver dentro de él? Silencio y más silencio. Antes de que el culpable confiese, hay que hacerlo pasar por una sutil tortura que lo vuelva loco.
Cuando ves la verdad delante de ti, cuánto se sufre por obviarla y seguir asintiendo con las palabras que te regalan, a modo de ramo de rosas.
Una noche de luna llena, me dieron un nombre. Un nombre del que huyo, que no querría volver a tener más. Y huyo porque ese nombre evoca toda la maldad que hay en mí, toda mi capacidad para arrasar con todo y someterlo a mi voluntad.
Soy peligrosa, pero mi mirada lo advierte. Mis palabras lo advierten. Y cuando tengo a los antropófagos a mi lado, solo quiero gritar, acabar con su vida. Porque los diablos antropófagos te miran y sonríen, te acunan entre sus brazos, te dicen palabras bellas y poco a poco, te devoran por dentro y terminan con tus ilusiones. Terminan con tu luz.
¿Por qué, si tu destino está en otro lugar, si tu corazón está en otro lugar, te encadenas a un sitio distinto con toda la convicción de la que eres capaz? ¿Para añorar de por vida el lugar donde quieres estar? ¿Qué estupidez te lleva a ello? ¿Saber que no hay redes que te sujeten al otro lado? Cobarde.
Los demonios son cobardes y se alimentan de los sueños mortales.
Y siendo medio mortal, medio demonio, no tengo cabida alguna en este mundo. Solo me queda saberme más lista que los humanos, pues soy medio demonio; solo me queda ser menos cobarde que los demonios; pues soy medio mortal.
Lilith
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