Perdona que me presente de cualquier manera
y tarde, como siempre.
Esta vez sin falda ni sudadera negra,
sólo con unos vaqueros ajados y la primera
camiseta que encontré en el armario.
Adivinarás que ya no soy tan coqueta
y que estoy harta de apariencias.
Ahora sólo quiero sentarme a escucharte, a hablarte,
quizá delante de una cerveza y algo de música,
con un billete minúsculo en la recámara
y toda la noche por delante.
Perdona que no te reconozca, he cambiado mucho,
decía Wilde en uno de esos segundos,
en uno de esos momentos en los que no he estado contigo.
Yo me siento igual que Oscar, quizá más pequeña
o tal vez más perdida.
He cambiado mucho, quizá me veas igual
tras tus lentes transparentes
porque me siguen pidiendo el carnet de identidad
a cada trago que pido en un bar sin importar cuánto sonría.
Perdona que tenga la molesta costumbre de no pedir disculpas,
que salga como un huracán de los sitios y no mire hacia atrás.
Simplemente no me habitúo a que alguien me siga.
Ahora que soy mayor podemos compartir una botella
de vodka mientras me susurro que sigo siendo una niña
hasta altas horas de la noche.
Porque sí, por placer.
Me hice experta en crear castillos para borrarlos después.
Perdona si al rozarte en algún instante pude hacerte caer.
Siguiendo con mi tónica -o cerveza-
de no disculparme, no te pediré perdón por este poemilla
que mal redacté mientras copiaba unos apuntes.
Estoy hecha un desastre, tal vez no lo adivines,
y es que a pesar de todo, me gusta ser tu amiga.
2 comentarios:
Bonito poema, aunque me gustó más el último que colgaste, Jigsaw. ¿Ha vuelto la inspiración? :)
Ojalá, ojalá...
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