06 mayo, 2010

Respuesta a un desesperanzado


Recuerdo que cuando tenía dieciséis años, un hombre me dijo que el amor y el desamor iban de la mano desde que empezaba una relación. Por aquel entonces yo no sabía casi nada, pero desde el momento en el que dijo aquello, algo chirrió en mi mente. ¿Cómo que el amor y el desamor iban de la mano? Aquello no podía ser. Si así fuera, ¿para qué iniciar una relación, si sabes que tarde o temprano va a terminar? Precisamente lo bonito del amor es la esperanza de que no sabes cuánto durará, y el saber que si lo cuidas bien, puede durarte para siempre, aunque suene a cuento de hadas.

Precisamente, eso es lo que impera hoy en día. Empiezas una relación con alguien a sabiendas de que, efectivamente, más tarde o más temprano va a terminar. Es como contagiarse de una enfermedad: lo haces con tranquilidad, porque te puedes librar de ello cuando quieras. Así el amor se convierte en un objeto de consumo: lo contratas durante determinado tiempo y cuando estás harto o no te beneficia, lo desechas sin más.

Es por esto que hay tanta pareja equívoca. Como eliges a alguien que no vas a conservar durante mucho, te vale uno cualquiera.

Pero yo opino de forma distinta.

Es cierto que te puedes equivocar a la hora de elegir, pero eso no quita que no intentes escoger con responsabilidad.

Como muchos sabios dicen, el amor es una planta que hay que regar cada día para que no se pudra.

¿Qué el amor y el desamor van de la mano? Solo si tú quieres.

Hay a quien le basta solo con el amor y al desamor lo manda a paseo.

Pero quién más y quién menos, puede seguir engañándose si quiere. Ahora el amor es como La Biblia: cada uno la adapta al gusto del consumidor –desgraciadamente-.

Así que el amor y el desamor no van de la mano. Todo esto es como en otros campos de la vida: una historia de cobardes y valientes.

1 comentario:

Argeseth dijo...

Ya nadie manda a componer nada, simplemente se tira y se compra otro... Y parece que le ha pasado también al amor en estos tiempos de obscuridad.
Un beso.