Doce espadas me aguardan
entre la ropa,
para hacerme sangrar
a la mínima.
Soy tierra estéril
fértil de ideas
y desencanto.
Chispa dormida en el pecho
a punto de estallar.
Aliento insurrecto
de una nación dormida.
Corazón rojo,
labios rojos,
besos mortuorios,
sexo solitario.
Déjame fumar y seré libre
como a los quince,
cuando elegía la muerte
a sabiendas.
Me desnudo
vulnerable ante el espejo
ante los retos del futuro.
Me quema
me llueve solitaria
como el miedo.
Hoguera eterna.
Vuelvo al bosque
de sábanas heladas
y me pierdo
agarrada a una almohada
que no eres tú.
La noche se alza ante mí
y me sujetan las estrellas.
El alcohol me arde en las arterias,
me abrasa.
Y duermo pacífica,
trabajo soñando
en una vida plena
de rescates azules.
Y tú, y tú
me bajas garganta abajo
como el café,
como la espuma.
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