Me vas atando las muñecas
mientras sonríes.
Es por mi bien, dices,
tú sola te vas a hacer daño.
Te miro con ojos escépticos
y me muerdo los labios,
intentando no gritar una verdad.
Aguanto.
Hoy me toca ser perfecta esfinge
de contención oral.
Mañana se me soltará la lengua
y no podré evitarlo.
Átame bien fuerte
y amordázame hasta sangrar
pues cuando me suelte
precipitaré las palabras
y llegará el final.
Sonríe mientras puedas,
hoy vas ganando la apuesta.
Mañana me tocará tirar.
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