14 abril, 2010

Lolita teen


Y jugando con tu chistera

me encuentras, enredada

entre tus sábanas una vez más.


Nunca te atreviste a pensar

que tenerme a tu lado

sería la empresa más peligrosa

a la que te tendrías que enfrentar.


¿Cómo ibas a vislumbrar

otra esencia que la de la bondad

en mis ojos perversos?

Soy la luz de tu vida,

el fuego de tus entrañas .

La única persona que, en este mundo,

te importaría perder.


Y ahora que le he ganado

la partida a Isabel,

pobre zorra… si quiere

encontrarte te encontrará

mirando fijamente mi imagen,

enamorado hasta la médula

de mí, como estás,

mi eterno ángel caído…


Y si Isabel me encuentra

me carcajearé de ella,

pues solo yo soy tu ninfa y tu dueña

y ella nada podrá hacer,

aunque vuelva de la tumba,

te llame por teléfono

o te escriba cien emails.


Y tú, viejo desdentado,

de traje perfectamente abotonado

y sonrisa de ensueño.

Tú languideces, mientras recuerdas

las mil amantes que me precedieron

y que no supieron sacar de tus labios

un “te quiero”. Y si lo dijiste, no era cierto.


Yo lo sé, pues soy del norte

y en el norte nos enseñan

la magia de las Encantades,

en bable, por supuesto.

Soy tu norte y, más al norte,

no hay nada. Y al sur de mi norte,

solo hay sur. Y no te cortes,

dímelo tú, ¿para qué

quieres al sur disfrazado de norte,

si yo te ofrezco el verdadero norte,

el que marca tu brújula y me señala a mí,

insistente, sin vacilar ni un instante,

pues soy tu destino, tu descanso,

tu consorte, tu fatalidad, tu mejor amante?


Ya he desdeñado al hijo

que crecía en mis entrañas.

¿Acaso no te basta?


Te gusta el whisky de Escocia

y no hay otra patria para mí

que esas tierras del norte.

Yo adoro el vodka,

pero lo cambio sin sentir

por vino dulce, tequila

o el elixir que tú elijas.

Tienes suerte de que,

como tú, sea una viciosa

antes que ninguna otra cosa,

que se entrega a la destrucción

sin esperar nada a cambio en esta vida.

No en vano, soy tu hija.


Y en este punto del camino

en el que nos encontramos los dos,

yo, una fugitiva y tú, un maldito,

olvida tu pasado y llévame contigo

en aquel coche tan bonito

en que solíamos viajar.

Y, por favor, no mires atrás.

Yo haré lo mismo.


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