17 julio, 2012

Aplicando cerveza o suero de la verdad a mis neuronas más nocturnas...

El producto de 4 cervezas...

Sobre la libertad

-Uno o dos. Elige. Ya.

Lo miré con los ojos muy abiertos mientras me embargaba cierta sensación de agobio.

-¿Uno o dos? ¿Sólo uno o dos? ¿No hay más opciones?

-No, no hay más opciones. Uno o dos -volvió a repetir, de manera más acuciante.

-No puedes hacerme eso.

-Claro que sí, ¿no lo ves? Uno o dos. Venga, escoge.

-No voy a elegir. Así no.

-Tienes que hacerlo.

-Pues no quiero.

-Eso da igual. Elige. Uno o dos.

-Ninguno.

-No puedes.

-Los dos.

-Imposible. No me hagas perder la paciencia. Uno o dos.

-Pues elijo el tres.

Vi claramente su intención de levantar la mano y cruzarme la cara.

Pero qué decisión tiene legitimidad si no es desde la libertad. Qué más da que yo eligiera uno o dos, si quería tres, o los dos, o ninguno. O mil. Cuando elegir uno es lo mismo que elegir dos para una persona, la decisión se torna necesariamente irrelevante. Y entonces nada tiene sentido.


Sobre la sociedad

Siempre hemos deseado sacar lo mejor de nosotros mismos, entendiendo “lo mejor” como lo más razonable desde el punto de vista ético. Hemos evolucionado como sociedad, tecnologizándolo todo y creyéndonos mejores a cada paso -como si el progreso tuviera algo intrínsecamente bueno de forma exclusiva-, pero en el fondo seguimos siendo los mismos primitivos de siempre. Deseamos regirnos por las leyes naturales igual que cualquier otro animal, pero sin embargo nos creemos mejores que ellos y tratamos de diferenciarnos todo lo posible mediante leyes sociales que definan claramente los límites que nos separan de nuestros orígenes. Y así no se puede. Si aplicamos políticas de hijo único a la población, a fin de mantener el ecosistema en equilibrio nos quejamos del supuesto nazismo de esas ideas. Sin embargo reconocemos que no podemos continuar así, porque los recursos son los que hay y la despensa tiene un tamaño limitado. No podemos ser salvajes y señoritos a la vez. O uno o lo otro. O naturaleza o progreso, no se puede tener en esta vida absolutamente todo. El viejo dilema de la razón y el corazón aplicado a niveles macrosistémicos. Esa es la vida del ser humano, nos guste o no. Y siempre la libertad conllevará responsabilidad, le pese a quien le pese.


Sobre mí

Mi problema, mi puto problema, es que soy una cierrabares. Me acabo de dar cuenta. Aprovecho lo máximo y lo mínimo, hasta la última gota, imploro al camarero con la mirada que no se lleve la copa de cerveza todavía sin terminar y me van echando de los sitios porque los exprimo hasta sus máximas consecuencias. Sólo me queda el consuelo, o más bien la explicación, de que me viene de familia. O eso me han contado...


Sobre los desconocidos

¿Sabéis de aquellos que fuman Nobel? No os fiéis. Joder, si fumas, no fumes Nobel, te lo estás diciendo todo. Es una marca para novatos de por vida. Y si ven Telecinco, menos todavía.


Sobre el amor

Por siempre, para siempre,

Córdoba, contigo.


4 comentarios:

harazem dijo...

Andá, ¿y ese ataque de amor patrio del final?

Elvira dijo...

Eh que me sale lo que llevo en el corasón :P. Otra opción hubiera sido cantar el Asturias patria querida. Si es que en el fondo soy una sentimental...

Josefo el Apóstata dijo...

Jajaj... cierrabares, te veo inspirada...

La mentalidad dilemática (uno o dos, blanco o negro...) nos está limitando tanto en la búsqueda de opciones prudentes... En fín, que esto, como la libertad sin responsabilidad, da pa mucho...

Salú Manuel...

harazem dijo...

Y que lo dijas, Josefo... Como decía la vieja copla:

Yo tengo entre dos amores
mi corasón repartío,
si me encuentro a uno llorando
es que el otro lo ha ofendío.

Lo bueno de los amores de los que habla Elvira es que no pueden ofenderse unos a otros.


Salú a tú tamién.