21 agosto, 2012

Malos despertares

Hay una serie de cosas que cualquier persona que me conozca mínimamente y no quiera morir en mis manos sabe, y que, sin embargo, en casa de mis padres se "olvida" cuando quieren.

La primera es que no se me despierta con un fogonazo de luz en los ojos. Simplemente porque creo que es algo que no se debe hacer ni conmigo ni con nadie. Me parece algo básico y no muy difícil de entender. La segunda es que no se me llama por teléfono a horas intempestivas. En verano, hora intempestiva es cualquier hora antes de las diez de la mañana, a menos, claro, que se trate de una urgencia.

Si la primera mañana que amanezco en casa de mis padres, lo primero que tengo es a mi hermano encendiendo la luz de repente y sin avisar... bueno... ganas de matar aumentando. Porque eso me jode, mínimo, los primeros veinte minutos del día y si me pilla sensible, puede que toda la mañana. Si dos minutos después suena el teléfono como un hijo de puta, la cosa no mejora y más si soy yo la que tiene que ponerse al auricular. Normalmente no me gusta hablar por teléfono, todavía menos cuando sólo llevo 2 minutos despierta y se me ha metido el ring ring de los cojones en el oído. Tener una sensación desagradable de luz y sonido en los dos primeros minutos de la mañana es algo nefasto para mi humor.

Si después llaman una segunda y una tercera vez por teléfono, con una media de minuto y medio entre ambas llamadas, es ya para coger un cuchillo y liarme a puñaladas en cuanto salga a la calle.

Y es que en este mundo el motivo por el que las personas somos tan malas y estamos tan encabronadas es porque no nos dejamos vivir las unas a las otras. Partiendo de que la gran mayoría de las personas se levanta a diario entre las 6 y media y 8 de la mañana -es decir, tiene un horario de mierda-, mal. La gente cuando duerme poco o tiene que levantarse temprano por obligación, se vuelve hostil. Y si encima es algo normalizado como una forma de horario estándar para la población, es un montón de hostilidad acumulada durante años. Bien, pues pensad encima que esa gran parte de la población apenas folla y cuando lo hace, no suele hacerlo bien. Tenemos personas hostiles con las respectivas gónadas hinchadas, todas juntas, todas puestas las unas con las otras y revueltas en un maremágnum de prisas, habiendo sido además educadas desde la infancia para molestarse las unas a las otras sin tener ningún respeto por alguien que esté más allá de ellas. Luego nos extrañamos cuando hay un asesinato y nos llevamos las manos a la cabeza: pero... ¿mató a su padre? ¿por qué?/ ¿mató al primer desconocido que vio en la calle? ¿por qué? / ¿mató al perro de su vecino? ¿por qué? Pues porque esa puta persona aguantó demasiado, aguantó, aguantó y aguantó y estalló. Lo peor es que esa persona probablemente no es una enferma siquiera. Es una persona normal, que ha ido acumulando, una a una, todas las putadas del sistema en el que le ha tocado vivir. El sistema está hecho para psicopatizar a la gente. Lo que no sé es como no hay más casos de asesinato a diario. Con ese cóctel de circunstancias, lo raro es todo lo contrario. Claro, que por eso hay muchas formas de psicopatía, pero esa es otra historia.


Cuando era pequeña yo me levantaba feliz, con una sonrisa en la boca y pensando en qué haría ese día. Cuando me despiertan con un fogonazo en los ojos y tres llamadas de teléfono con ese molestísimo ring ring de los cojones, que parece hecho a posta para que te entren ganas de estrellar el teléfono, no me dejan la posibilidad de levantarme bien. Luego me dicen mis padres que me despierto de mala hostia, joder, normal. Normal que pasado un tiempo lo haya interiorizado y me levante de mala hostia por defecto. Si es que me han terminado volviendo así, porque o era eso, o matar a quien fuera que me estuviera molestando. Al menos así ya voy preparada por si tengo que gruñirle a alguien.

Los teléfonos son un invento del diablo. Seguro que lo hicieron a mala leche: eh, ¿veis ese hombre que está tan tranquilo en su casa? Le vamos a meter un aparatito que suene como un endemoniado cada vez que alguien quiera decirle algo o hablar con él, independientemente de si está comiendo, durmiendo la siesta o follando con su mujer. De hecho en la actualidad ya es la polla con cebolla, porque encima descuelgas y: Hola, le llamo de Movistar para ofrecerle nuestro servicio de suicidio asistido por teléfono, además le regalamos un iPod 3 totalmente gratis si contrata nuestro servicio antes de finales de Agosto. El teléfono móvil por fortuna se apaga, pero un teléfono fijo sobre todo cuando no estás en tu casa no puedes apagarlo, como mucho desconectar el cable, pero entonces la lías. Por lo tanto, dejas el teléfono como está ¿y qué tenemos? Tenemos un aparatito que puede sonar cuando le dé la gana y que te hace tener que mantener una conversación cuando a lo mejor a ti no te apetece, porque si no: ¡Oye! ¿Por qué no coges el teléfono?


Yo no pido nada complicado, simplemente quiero que no me molesten. ¿Te gustaría que te despertaran con un ruido fuerte o con un fogonazo de luz? No, ¿verdad? Pues a mí tampoco. ¿Te gustaría que te lanzaran a una piscina llena de pirañas? No, ¿verdad? Pues a mí tampoco. Es sencillo de entender.

No hablo ya si quiera de que me traten de forma agradable, hablo de algo más básico: que no me molesten.


Las personas tienen la mala costumbre de pulular por ahí sin tener en cuenta la presencia de las otras. Por eso te atropellan al subir al autobús, mantienen una conversación a tu lado con un volumen que nada tiene que envidiarle a un avión supersónico, no respetan las distancias personales y cualquier desconocido tiene licencia para echársete encima... Encima, en casa, la confianza da asco.

¿Sabéis lo que hace una persona cuando entra en la misma habitación donde está otra? Le roba el oxígeno. Que tontería, ¿no? Pues no. Le roba el oxígeno, el oxígeno vital. Porque tú tienes una habitación, con su oxígeno todo para ti y el hecho de que otra persona se te acerque hace que el oxígeno que te corresponde se quede en la mitad. En la calle pasa lo mismo. Por lo tanto, debería pedirte permiso para compartir tu oxígeno o esperar a tu invitación para hacerlo. ¿Quieres compartir tu oxígeno? ¿Lo quieres compartir con esa persona en concreto? Porque a lo mejor no. A lo mejor ni quieres compartir tu oxígeno, ni tu tiempo, ni tu silencio. A lo mejor quieres que te dejen en paz, con tu horario, tus planes y tus cosas, y no quieres ruidos, ni que te hagan preguntas, ni tener que estar pendiente de alguien.

A lo mejor no quieres funcionar con un horario que no sea el tuyo, o que te despierte el ruido de la televisión o un fogonazo en la cara, o no tienes ganas de coger el teléfono. Pero como digo, las personas nacen predispuestas para molestar a los demás y pocas veces piden perdón y mucho menos permiso para hacerlo.


A todo esto, yo sólo quiero por ahora que no me despierten de forma brusca porque esto es lo primero que escribo por la mañana, hasta la punta del clítoris de todo, y el día sólo acaba de empezar.

2 comentarios:

Jaime dijo...

Total, que si resumimos un poco, la vida es una mierda siempre y cuando: no duermas bien, no folles y te quiten tu O2. Yo creo que de momento sólo cumplo el punto en el que nadie me quita mi oxígeno, así que por lo menos...mis pulmones están sanos xD

harazem dijo...

Miedito...