14 agosto, 2012

Cenicero


Enciendo una cerilla

contra el fósforo de tu corazón.

Apenas brota una leve chispa

y ya me ahogo como ella

en lo gris de tus entrañas.


Como esta música que me acompaña

yo soy azul, una breve risa

se me escapa de mis alforjas

en silencio y qué vas a decir

si todo lo que fuiste era bueno.


Tan vacía, desordenada habitación.

Qué vas a pensar, crueles palabras

tendrás para mí, me odiarás,

me buscarás como el pájaro al vuelo,

y en tus labios estallará sin remedio

todo lo que no fui para ti.


Muero por que acaricien mi pelo

está bien así, de tan dulce no me sale el amargo,

de tan amarga empalago y ahora

siento estar tan sola cuando estás a mi lado

necesito tener algo que perder

o demasiado que ganar.


Siento no leer tus poemas,

duelen tanto que lo entenderás.

Triste es no encontrarse en un verso triste,

más triste es encontrarse,

o darte de bruces conmigo en un abrazo

y que ni siquiera esté yo allí.


No le pongas rima a mis letras

yo lo quise así, el caos danza con ritmo

dentro de mí y me ayuda a dormir caliente

en mis sábanas frías.

No tienes reservada ni un poco de ternura

para mis ojos, poner tanta distancia

desde mí hasta todo lo demás es el precio a pagar

por confundir el bien y el mal.


Sólo dime que pensarás un poco en mí

cuando despiertes y algo mínimamente estúpido

te haga sonreír.


1 comentario:

Josefo el Apóstata dijo...

"siento estar tan sola cuando estás a mi lado"

"darte de bruces conmigo en un abrazo y que ni siquiera esté yo allí"

Estar ausente con el cuerpo presente es una pena para el cuerpo y para la mente.