29 agosto, 2012

Personaje de viejas canciones en días templados


Menuda mierda de director,

ya intuía nada más nacer

que me iba a dar el papel equivocado.


Estoy cansada de ser la sal de la herida

pero también el ungüento que cura otra

o la saliva hasta volver a ser la sal,

y así hasta el infinito.


Después de debutar en varias obras de teatro

aún busco mi argumento y tal vez

vaya a morir sin conocerlo.


Que no me inquieta.


Siempre vengo con mil frases aprendidas

de los libros que llevé bajo el brazo cuando niña

esperando con paciencia aplicarlas

a una realidad que nunca llega,

y que al darme alcance me dé cuenta

de que se deshacen y quedan en nada.


Y tú,

¿tú inventarías frases para mí?

Ya ves que no tengo escudo.


Y me encierro a cal y canto

entre las paredes del pensamiento

como si no hubiera nada más allá de este cuarto,

alejándome de ti como si huyera del diablo

para llamarte asustada a las dos de la mañana

desde mis sueños.


Pero qué voy a hacer, salvo mirarte,

soy demasiado cobarde para decirte

que eres para mí un acantilado

y sé que si voy a por ti

en el salto puedo matarme

y por eso no lo hago.


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